No es filantropía, es gobernanza

No es filantropía, es gobernanza

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Muchos empresarios y gremios colombianos, o al menos, muchos de los que miran la realidad social con atención, han señalado recientemente lo que parecería ser una tendencia a rechazar las empresas y sucumbir a un “sesgo anti-mercado” en algunos ciudadanos. Su preocupación quizá esté demasiado influenciada por las decisiones electorales, pero es sobre todo evidente que buena parte se explica por los sustos despertados en las movilizaciones del año pasado.

Lo llamativo es que tanto en diferentes encuestas de opinión como en las conversaciones masivas de Tenemos que hablar Colombia, la percepción de los colombianos y colombianas sobre las empresas y el empresariado son en general positivas. Si algo, puede ser escéptica respecto a su posibilidad de influenciar los acontecimientos o en ocasiones, señalar lo que imaginan como un fuerte enfoque en las ganancias a como dé lugar. En una reciente encuesta de Invamer, el 44,5% de los encuestados tenían una imagen favorable de “los empresarios”, mientras que en Tenemos que hablar Colombia fueron uno de los personajes identificados como responsables del cambio social en el que más confiaron los más de cinco mil conversadores.

Pero quizás el matiz más importante en este sentido se centre en lo que los colombianos podrían ver de negativo en empresas y empresarios. Las movilizaciones del año pasado señalaron la inconformidad de muchas personas con la incapacidad de las instituciones colombianas de resolver problemas públicos, particularmente centrados en las oportunidades económicas, el acceso educativo, la violencia y la desigualdad, pero, sobre todo, la corrupción como obstáculo central para lograr esas reivindicaciones. Así, para muchos de los marchantes (y millones de insatisfechos que no salieron a las calles) los líos tienen que ver con la manera cómo se hace política en Colombia.

Probablemente la expectativa de los colombianos esté más en el rol como actores de las decisiones públicas que ejercen las empresas y empresarios y menos en las labores que pueden realizar desde sus fundaciones y actividades de responsabilidad social empresarial. Al final, puede que este no sea un problema de falta de filantropía sino de fallas de gobernanza. Esto también señala agenda, esos mismos empresarios y empresas que han dedicado importantes esfuerzos a entender y atender este tipo de problemas, bien pueden centrar sus recursos y atención en conseguir un mejor desempeño de los gobiernos, esto incluye apoyo, acompañamiento, coordinación en materia de políticas públicas, pero, sobre todo, herramientas y recursos puestos en las manos de la sociedad civil para ejercer control a su gestión.

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