Salimos del utero de una madre para vivir en LA MADRE. Aquí al igual que en ese vientre, lo tenemos todo.
No es una herida nuestro ombligo, es una conexión con la mujer que nos dio a luz, pero es también la puerta a la inmensidad. Cuando cortamos el cordón umbilical nos desprendemos de una placenta para conectarnos con un planeta.
Al salir a esta tierra no nos estaban llevando a una trampa de escaces, nos trajeron al lugar de la abundancia, de las diosas, de las ninfas, de los duendes, de las abejas y su miel, de los árboles y sus frutos con millones de de sabores, del las montañas y su agua infinita, de los sonidos, de los colores, de las texturas, de los olores, del placer, del gozo, de la dicha, del calor del sol, de la magia de una madrugada y el misterio de la noche.
Llegamos al planeta milagro, al planeta de la vida, del movimiento, de los cristales y los hongos. Llegamos donde nació la magia, donde es posible que las flores existan de mil colores por el misterio del sol, la tierra y el agua. Somos compañeros de suelo y agua con los sabios elefantes y las gigantes ballenas, nos rodean aguas fluorescentes de plancton, nos adornan estrellas fugaces, nos sostienen rocas y lava, nos da vida el oxígeno, nos conscientes el arcoíris, nos deleitan las auroras boreaes. Somo el planeta de la fantasía, definitivamente es que lo tenemos todo, ninguna pintura es mas grande que lo que trata de retratar, la realidad. Ninguna ficción es más impresionante que la mente que imagina.
También nacemos al encuentro con otros. Nos dan la oportunidad de conocer a nuestros hermanos y hermanas. De experimentar el amor, el lenguaje, las caricias, los besos, la conversación, la risa, la picardía de los guiños, la perfección de las manos entrelazadas, del tibio abrazo y la fantástica posibilidad de volvernos a encontrar en soledad. Nos reencontramos con nuestra especie con ideas, se nos regala la posibilidad de manifestar lo que imaginamos con otros, de unir talentos, de debatir pensamientos, de escribir poesía y fantasear con novelas.
Nos cobija la tierra y por eso no estamos amenazados constantemente, estamos amados infinitamente. No llegamos a separarnos, sino a reencontrarnos.
Este es el paraíso, no estaba perdido, ni vamos al cielo, vivimos en él.
Abramos los ojos, lo tenemos en frente, lo tenemos dentro, somos sus hijos y somos él mismo , solo basta con respirar para entender el milagro. No hemos hecho nada para inhalar y aún así lo hacemos todo el tiempo.
No necesitamos inventar el bienestar, porque somos el bien, solo estando.
No se cuando lo olvidamos, quien nos engañó. Pero la magia está aquí. Los niños nos lo recuerdan, están dichosos de existir, juegan, se sorprenden, nacen a cada instante, se recrean a sí mismos, no se toman en serio nada. Para que ser serios si se puede ser feliz. Para que fingir si se puede existir auténticamente.
Nada nos está amenazando, nadie nos está persiguiendo, nada nos está exigiendo, no somos imperfectos en búsqueda de la perfección, somos una obra maestra. Mírate, mueve tus manos y observa, párate frente a un espejo y contémplate. Es un milagro, uno casi imposible y aún así aquí estás, aquí estamos.
Podemos además crear más, no solo somos magia sino que podemos expandirla, manifestar más, inventar lenguajes, música, pintar con colores mundos que no existen, crear con minerales palacios, templos, caminos, computadores, telescopios.
Nos acercamos a las estrellas, hacemos alquimia con la química de los suelos, con el fuego, con el agua, creamos energía con la fuerza de los océanos y con le velocidad del viento.
No permitamos que los aburridos, los tristes, los perdidos, nos contagien de miedo, de ideas fatalistas, de ideas apocalípticas que solo se crean para que ellos puedan ser los salvadores del macabro mundo que inventaron.
Tal vez cuando reconozcamos la grandeza en nosotros mismos, la encarnaremos y dejemos de vivir como si estuviésemos en un planeta árido y maldito. Y para los que son escépticos, pues nada pierden intentando, sería lo último que les queda, igual si ya vivian en un mundo miserable, que les quita probar otro camino, que en el peor de los casos sera una frustración mas, así que que mas da.
Creer que llegamos a algo grande está lejos de ser una ingenuidad para convertirse en simplemente un despertar, ni el peor de los eventos dramáticos que cometemos como especie tiene la capacidad de opacar la magnanimidad del mundo que habitamos. Que nos invada la sorpresa de este planeta, de los demás seres, que nadie nos robe lo que a todos nos fue dado, grandeza y abundancia.