El centro no es equidistancia, es trascendencia

Regresar al pasado no es una alternativa: es renunciar al futuro. Colombia no puede seguir prisionera de la polarización entre un extremo de derecha que hasta hace tres años gobernó sin respuestas estructurales y una izquierda que, llegada al poder, ha exhibido —con estridencia— su incapacidad para gobernar, es decir, de poner orden y transformar positivamente la vida en sociedad.

Hoy, algunos sectores, incluidos los expresidentes Álvaro Uribe (@AlvaroUribeVel) y César Gaviria, promueven una coalición “desde Abelardo hasta Fajardo”, un bloque que mezclaría desde la extrema derecha hasta el centro político, con el único propósito de derrotar al candidato de Petro. Pero esa operación aritmética no resuelve nada. Colombia no necesita un pacto de supervivencia del sistema; necesita una corrección del rumbo.

Conviene recordar que la tesis que ha dominado este país durante décadas —cuando no siglos— es un establecimiento que oscila entre la centroderecha y la derecha, con episodios innegables de extrema derecha. Ese mismo establecimiento, por su cerrazón y su incapacidad de reforma, abrió la puerta a la llegada de Petro (@petrogustavo) en 2022.

La antítesis a esa élite consolidada es el actual gobierno: un progresismo sostenido por una alianza que se extiende desde la centroizquierda hasta la izquierda más dogmática, y que en no pocas ocasiones coquetea con la extrema izquierda. Pero su llegada al poder no resolvió el problema inicial: simplemente invirtió los polos de la descoordinación.

Ninguno de estos dos extremos ha logrado incorporar integralmente en sus gobiernos los problemas reales del país: desigualdad, inseguridad, instituciones débiles, economías ilegales, corrupción, etc. El centro, liberal, en términos de ideología, no partidistas, reconoce precisamente eso, que la vida en sociedad implica tensiones irreductibles entre libertad e igualdad, entre mercado y estado, entre deberes y derechos, y que gobernar consiste en manejar esas tensiones de forma racional.

En la dialéctica hegeliana, la síntesis es la nueva idea que supera la tesis y la antítesis. En este sentido, el centro no es un punto equidistante entre la izquierda y la derecha, por el contrario es la trascendencia, es un lugar más adelante que permite superar la contradicción dialéctica. El centro no es una postura tímida: es un salto adelante, un lugar donde la libertad económica y la equidad social no se contradicen, en el que un estado fuerte convive con una ciudadanía libre, donde las reformas profundas no destruyen la estabilidad institucional, sino que la fortalecen.

Eso necesita Colombia: una conducción de centro que recupere la racionalidad, el respeto por la evidencia y la defensa de la dignidad humana como fundamento de la democracia liberal.

Y hoy, en medio de la polarización, quien mejor encarna esa síntesis es Sergio Fajardo (@sergio_fajardo). Según la última encuesta del Centro Nacional de Consultoría (@CNCSocial), en un escenario de segunda vuelta entre Fajardo e Iván Cepeda (@IvanCepedaCast), el primero obtiene el 44,4% contra el 27,2% del candidato de Petro. Frente a Abelardo (@ABDELAESPRIELLA), Fajardo también gana: 39% contra 28,8%, incluso recogiendo parte del voto independiente que rechaza la radicalización de la derecha.

Fajardo no ha sido funcional a ningún extremo. No votó por Duque (@IvanDuque) en 2018 ni por Petro en 2022. Esa coherencia —tan escasa en la política colombiana— es precisamente lo que hoy se vuelve valioso. Entre la tesis Uribe y la antítesis Petro, Fajardo representa la posibilidad de una síntesis que no mira hacia los lados ni hacia atrás: mira hacia adelante. Y es allí, en ese movimiento hacia adelante, donde Colombia puede, por fin, dejar de elegir entre fanatismos y empezar a elegir entre posibilidades. #AdelanteConFajardo

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-felipe-suescun/

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