Bombardeo a menores, mayores contradicciones

Siete menores de edad murieron en un bombardeo del Ejército colombiano. Es particularmente notorio el silencio por parte de la izquierda, la misma que durante años atacó vehementemente a los presidentes por acciones similares, pero que ahora calla. Los que vociferan permanentemente sobre los niños en Gaza, paradójicamente no dicen ni mu sobre las víctimas en Guaviare.

Parece que el privilegio de ser gobierno les nubló la empatía, porque esas personas ya tampoco cuentan masacres, ni les indigna la corrupción, los títulos universitarios falsos, o las muertes que deja la destrucción del sistema de salud. Su indignación selectiva ha desaparecido.

Lo peor es que Petro, que se ha destacado por sus reacciones donde es notorio el “exceso de cafeína”, se pronunció con moderación: dijo que es probable que mueran menores de edad al combatir los grupos criminales, pues estos cometen el grave delito de reclutarlos. Claro, tiene razón, pero el punto central es la incoherencia, la ruptura histórica con su propio discurso.

Durante años he advertido en este espacio de los graves peligros que representa el petrismo, pero ya en su ocaso, es menester advertir que también ha traído buenas consecuencias. Gobernar implica tomar decisiones difíciles: demoler un barrio para hacer una obra, ordenar un ataque militar, comprar aviones de guerra, distribuir un escaso presupuesto entre enormes necesidades, tener negociaciones políticas en las corporaciones públicas… La izquierda, que poco había estado expuesta a la crudeza del poder, gracias a Petro se estrelló de frente contra la realidad de gobernar, y su discurso se hizo añicos en un mar de incoherencias.

Otro beneficio directo es que se evaporó el mito que Colombia no era una democracia, sostenido por todos los precandidatos presidenciales de la izquierda en las pasadas elecciones. Pudieron llegar al gobierno, con una oposición desarticulada que les dio demasiado margen de juego. Esto sienta un precedente crucial: la futura victoria de la derecha, cuando ocurra, deberá ser aceptada por la izquierda como una expresión de soberanía popular, y no como el resultado de maquinaciones antidemocráticas.

También ha sido magnífico que ha sido explícito el chavismo de la izquierda colombiana, señalado durante décadas por Uribe y motivo de burlas de la intelectualidad colombiana. Ha sido espectacular ver cómo las tías uribistas y los taxistas han tenido más tino político que los Ph. D. que pontificaron sobre la democracia durante tantos años. Y, aunque es una tendencia global, también contribuyó a que una nueva generación, los centennials, despertaran de la distopía socialista en que sus antecesores millenials están enfrascados. Mejor dicho, agradezcámosle a Gustavo Petro que las únicas bases que construyó en su gobierno, fueron las de un porvenir de gobiernos de derecha.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/jose-valencia/

4.5/5 - (4 votos)

Compartir

Te podría interesar