Colombia se merece a una mejor izquierda

Si usted se identifica con la izquierda y, al momento de leer el título de esta columna, se indignó y pensó: “este es facho” o “¿por qué no dice que hay que mejorar a la derecha?”, permítame decirle que ha constatado la veracidad del titular: nuestro país merece una mejor izquierda.

¿Por qué lo digo? Pues porque durante este gobierno la aplastante mayoría de sus simpatizantes se han dedicado a señalar a los demás como culpables de lo que ha sido un mal gobierno y a emplear una ceguera selectiva y colectiva cuando surgen escándalos de corrupción, o cuando persisten los asesinatos a líderes sociales (¿qué pasó con el #NosEstánMatando?), o cuando se presentan casos de acoso o machismo o misoginia o racismo dentro de un gobierno que se presentaba como la antípoda de estos males, o cuando se gobierna con politiqueros, o cuando dineros “oscuros” financian las campañas, o cuando se incita a la violencia con megáfonos en países ajenos… en fin, el párrafo podría ser bien extenso si me dedicara a enunciar todo lo perjudicial que ha hecho este gobierno, pero que la izquierda ha decidido dejar pasar o hablar más ‘pasito’ para evitar el ruido.

En comunicación política el término framing (o encuadre) se refiere a una técnica con la que se construye un sentido. Dicho de otra forma, consiste en definir cómo se presenta un tema ante la opinión pública para moldear la interpretación que las personas harán sobre ese asunto. Por ejemplo: decir “paz total” en lugar de “negociación con grupos armados” enmarca el proceso en un ideal moral, no en una transacción política entre un gobierno y unos actores ilegales. Durante estos tres años hemos asistido a una maestría en framing y lo decepcionante de esto es que quienes años atrás posaban como personas genuinamente preocupadas por las cuestiones sociales y por el bienestar, hoy prefieren mirar a Gaza y no al Cauca.

Creo que el principal problema que vive actualmente la izquierda en Colombia es su incapacidad de mirarse a sí misma y constatar que, ante la posibilidad de gobernar para cambiar, se dedicaron a hacer todo lo que decían aborrecer. Prefieren encontrar culpables en cualquiera que tenga una opinión distinta o que se atreva a criticar al gobierno. Entonces ahí están los libertarios o los fachos o los ‘narcoloquesea’ o los empresarios codiciosos p los presidentes de derecha o cualquier persona de derecha o que no sea de izquierda, porque ellos son los que envenenan al planeta con su capitalismo desaforado, pero no llaman la atención, por ejemplo, por la cantidad de CO2que ha consumido este presidente de izquierda, que ya ostenta el récord como el mandatario que más ha viajado (seguro llegará a 100 o más vuelos internacionales durante su mandato); o cuando una congresista que se dice progresista gasta 2.5 millones de pesos al mes en un mercado orgánico para dos personas (imagínese la cantidad de comida que debe desperdiciar); o cuando el primer mandatario simpatiza discretamente con un dictador (le llamaron ‘diplomacia directa’ en ese entonces) al tiempo que sale a buscar pelea con un presidente elegido democráticamente (que sea bueno o malo es otra discusión). La izquierda ha decidido que es mejor poner el framing en otra cosa.

Honestamente creo que les haría bien mirar hacia dentro. Así, podrían comenzar a ser más críticos con quienes los representan y exigirles que lo hagan mejor, con racionalidad y no dejándose llevar por discursos emocionales que no van a producir los cambios que dicen buscar. Ahí está una izquierda como la de Chile, que es capaz de llamar dictadura a una dictadura; o la izquierda de Brasil, que ve en la minería una posibilidad de desarrollo económico y social, y que además sostiene buenas relaciones con gobiernos que, seguramente, no son de sus afectos ideológicos. Pero si no son capaces de aceptar sus errores y prejuicios, así como su actitud intelectual pasiva y permisiva, estarán condenados a ser utilizados (vía framing) cada cuatro años o cada que haya una “marcha” por personas que, en nombre de la izquierda, seguirán haciendo todo lo contrario a lo que promueve esa ideología.

Finalmente, si se preguntaran ¿qué diría un personaje tan representativo y respetado como lo fue Carlos Gaviria al ver todo lo que pasa hoy en Colombia bajo este gobierno? Puede que su conclusión sea: “Colombia se merece una mejor izquierda”.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/andres-jimenez/

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