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Esta semana el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, hizo otra vez uno de los números que más le gusta, sabe hacer y tan mal hablan de él como burgomaestre y persona. Repartir bandidismo con tanta pompa como desinterés por la dignidad humana, con tal de ganarse el aplauso de su “gente de bien”, con la cual logró, como casi siempre, su cometido: aplausos a granel.
Hasta hoy sábado que escribo en esta columna, el video lleva más de 30 mil likes, de 2,200 comentarios, la mayoría exaltándolo por su declaración “firme, clara y justa”, y más de 1.250 reenvíos. Todo un “éxito” en redes sociales, el escenario en el que más cómodo se siente.
Sucedió con el video que publicó en redes sociales a raíz del caso del habitante de calle que, en un acto demencial, le tiro una piedra a un carro e hirió u un pasajero del mismo, lo cual es obviamente censurable y punible -eso es indiscutible-, con las consideraciones que debe tener una persona que está en esta situación, no solo ante la ley, sino ante la justicia, que es más importante.
La esencia de su declaración, la cito textualmente del video: “Las cosas se tienen que llamar como son, un habitante de calle que tira una piedra y le causa daño a un ciudadano, antes que habitante de calle, ya se ha convertido en un delincuente y debe ser tratado como tal. No se puede seguir excusando en el consumo de drogas a quienes ha llegado a perder el control de sus vidas y bajo este pretexto atentan o interfieren contra el derecho de los demás ciudadanos”.
Este discurso fue reforzado y remarcado también en redes dos días después, luego de un “megaoperativo” con esta población en los puentes de Medellín, que incluyó hasta ¡Ejército!, por su secretario de seguridad, Manuel Villa, a quien le tengo un gran aprecio personal, quien en un una parte de su trino decía: “Seguiremos con los controles mientras con Fiscalía y policía judicial avanzan las investigaciones para judicializar a los habitantes de calle que antes que eso se han convertido es en delincuentes”.
Si vamos al contenido objetivo, podría inferirse de estas declaraciones que a los habitantes de calle les gusta llegar a tal estado para podre convertirse en “delincuentes” para poder hacer y deshacer, aunque así, como lo dice el mismo Federico, hayan “llegado a perder el control de sus vidas”, para que les sirva de “excusa” para violentar a los demás. Tanta grandilocuencia para ese galimatías. Qué alguien me lo explique, para ver si es el alcalde el que tiene problemas para armar un rompecabezas de dos piezas o tal vez sea a mí al que no le da. ¿Es posible o por lo menos normal que alguien se proponga perder su voluntad, el control de su vida, con el propósito de convertirse en delincuente, y más un habitante de calle? Difícil de comprender y suscribir.
Pero vamos al tema de fondo. Y hablemos primero de lo que estamos de acuerdo, porque no quiero romantizar la situación ni ser ingenuo frente al fenómeno, pero sí humanizar o, si se quiere, dignificar al agresor. Lo que hizo este habitante de calle puede ser tipificado y sancionado como un delito, pero no por eso es un delincuente, y más en su condición que, nos guste o no, es un atenuante del hecho, tal como lo es, por ejemplo, actuar bajo el efecto de la ira o el intenso dolor.
Porque cometer un delito, de lo que pocos seres humanos hemos estado exentos, así sean “delitos menores”, no lo convierte a uno en un delincuente, como jugar fútbol, para ponerlo de manera bien simple, no lo de a uno el estatus de futbolista. Hay que juzgarlo por un acto delincuencial, pero no recortarle su humanidad, graduándolo de delincuente: el hecho, por más más repudiable que sea, no puede anular al ser humano o reducirlo a eso. Ni a los delincuentes de oficio se les debe tratar con tanto desprecio y deshonra, porque su humanidad nunca la van a perder, por más crueles que sean.
Ahora, esta falta de tino, sensibilidad y compasión de “Fico” no es nueva. Lo viene haciendo desde la alcaldía pasada y luego como candidato presidencial. Su discurso es recurrente: “En Medellín los que tienen que vivir con miedo son los delincuentes y no la gente de bien”.
No alcalde -permítame tratarlo directamente-, primero, en la sociedad hay que procurar al máximo, aunque sea imposible de lograr, que nadie viva con miedo, ¿cuántos no se han metido a delinquir o a bandas delincuenciales, precisamente porque viven con miedo? ¿Cuántos habitantes de calle, que delincan o no, viven también con miedo de que los grupos de “limpieza social” se los tiren a los carros en la autopista, como usted sabe que lo han hecho, porque son “desechables”?
Segundo, ¿qué paradigma moral se considera usted para abrogarse el derecho de decir y decidir quién es “la gente de bien” en Medellín y en Colombia?
Tercero, ¿por qué posa de bravucón con algunos y es tan condescendiente con otros? ¿Es capaz de decirle bandidos públicamente a quienes han sido promotores del paramilitarismo en Antioquia y en Colombia, o a reconocidos corruptos de oficio, algunos de cuellos blanco, muchos de los cuales conoce? En Medellín es un secreto a voces algunas de esas relaciones suyas, lo cual no significa que usted se como ellos. Estoy seguro de que no lo haría y menos si son derecha, porque claramente usted también loes, lo que no tiene nada de malo, por más que se venda de centro. Reparte epítetos me manera muy selectiva, porque es de los tiene interiorizado aquello de “no patear la lonchera” que ofrecen tipos como Manuel Santiago Mejía, promotor de la bukelización del país. La dignidad no debe tener estrato, ni color, ni raza, ni género: es lo que nos iguala como seres humanos.
Por último, alcalde ¿no ha pensado alguna vez, que esa división del mundo entre buenos y malos que usted hace, aunque matice con su letanía de que no se cree “ni el único ni el mejor”, lo que engendra es más violencia? Ah, y una ñapa que le puede evitar problemas: cuídese de esos juicios, porque muchos de los que usted gradúa de delincuentes o bandidos, no han sido judicializados o ni siquiera sindicados; incluso algunos están muertos, y usted atenta contra su honra, solo por sospecha, cuando por prejuicio o menosprecio.
Créame alcalde que no es nada personal, ni sangro por alguna herida personal. Trabajé con usted el primer año de su primera alcaldía como asesor de comunicaciones de la secretaría de seguridad, y nunca me trato mal ni me pidió hacer algo inmoral. Pero yo no hablo del baile solo como me va a mí. Hasta a usted lo he salido a defender, aunque no lo necesite, porque la dignidad es igual para todos como ya señalé.
No sé si usted lo sabe, pero cuando ese sinvergüenza de Daniel Mendoza Leal, el de la serie Matarife, vino en junio de 2023 a Medellín a tratarlo a usted como “CAPATAZ DE LA MAFIA” (las mayúsculas son de él), evidentemente auspiciado por ese nefasto alcalde que lo antecedió, yo también me indigné mucho y le salí al paso con cuatro trinos, aunque poco interactúo en redes, porque no creo jamás que usted sea eso y me dolió que lo trataran así. Aquí le comparto los enlaces, por si los quiere ver:
https://twitter.com/PabloMuneraU/status/1669542690139111427
https://twitter.com/PabloMuneraU/status/1669547999041667077
https://twitter.com/PabloMuneraU/status/1669550720851365888
https://twitter.com/PabloMuneraU/status/1669549996683714561
Tan lamentable es la actitud suya en estos temas, como la del coro de áulicos o desalmados que la aplauden, porque eso no solo habla mal de usted, sino de nuestra cultura y nuestros ciudadanos, que, en gran parte y con toda razón, fueron tan duros con Quintero, pero que son tan benévolos con usted y estas salidas en falso.
No se siga embriagando con los likes, dedíquese mejor a gobernar, que ya no está en campaña, y en 5 años que ha gobernado es poco lo estructural que ha hecho, y menos en seguridad que, se supone, es su tema fuerte, más allá de shows mediáticos y de redes cazando pichurrias, que la delincuencia organizada repone en un día. Usted pendejo no es, pero el poder embriaga y a veces idotiza. Espero que tenga claro que los 500.000 votos con los que ganó fueron tanto o más en contra o por miedo a Quintero que a favor suyo, y que muchas personas, algunas muy influyentes, que lo apoyan en público, lo critican severamente en privado: votaron por usted a pesar de usted. Algo similar a lo que le pasó al expresidente Álvaro Uribe, aun en sus años más gloriosos.
Yo creo, hablo por mí, que en este medio nos gustaría hacer con usted un conversatorio sobre los enfoques y logros de su política de seguridad y de su concepción de ciudad en general, pero no para enjuiciarlo, sino para aportar, así estamos tan equivocado como lo vemos algunos a usted. Esa actitud sistemática suya de repartir bandidismo y delincuencialismo por doquier, y de dividir la sociedad entre buenos y malos, lo único que hace es sembrar más odio y polarización, y de eso estamos mamados, porque todos terminamos comiendo de esa mierda, que ya nos ha rebasado el cuello.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-munera/