Gurús, hábitos y absurdo

Gurús, hábitos y absurdo

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Vivimos en sociedades con profundos procesos de individualización que ponen a la acción individual en el centro de todo. Esta representación social del individuo todopoderoso es consecuencia de una manera de entender el comportamiento humano y de explicar el mundo social. Lo que algunos llaman el relato neoliberal, asume que el individuo es el único responsable de su propia suerte y que la acción individual es la llave para gestionar fallas sistémicas.

La literatura de autoayuda que ahora se confunde con filosofía estoica es el producto cultural que mejor describe este modo de pensar. En esa narrativa el éxito es consecuencia de los hábitos: si una persona se despierta a las 5:00 am, hace ejercicio, medita y lee algunas páginas, su triunfo social (medido en dinero acumulado) está más o menos asegurado. La riqueza y la pobreza son consecuencia de las rutinas de cada individuo, de su compromiso con los hábitos exitosos.

El relato neoliberal es principalmente la radicalización de las ideas de la primera modernidad frente a la acción individual, es la idea de individuo llevada al extremo. La excesiva valoración de la acción de un individuo conduce a juicios que distorsionan la realidad. Si una persona trabaja duro, independientemente de su origen social, obtendrá éxito económico. El que se esfuerza será recompensado por un orden meritocrático. Esta concepción de la sociedad del mérito que premia el esfuerzo está detrás de dichos bien conocidos y analizados: «a los pobres no les gusta trabajar» o «los pobres son perezosos».

Lo que hay detrás de estas afirmaciones es una sobrestimación de la capacidad individual para resolver fallas sistémicas. Como dije, la literatura de autoayuda es causa y consecuencia de esta forma de entender el mundo. La popularidad de las fórmulas para mejorar las rutinas individuales y tener “hábitos atómicos” es parte de este fenómeno. Los gurús de la alimentación, el ejercicio y las prácticas espirituales son mercaderes de este relato.

La sociedad del individuo radicalizado, del mérito y el rendimiento individual- lejos de matizarse con la abrumadora evidencia de que las condiciones estructurales son determinantes- sigue adentrándose en el absurdo. Al discurso de que la pobreza o la riqueza son consecuencia de la acción individual, de que el pobre es pobre porque quiere, se le suma ahora el cuento de que la enfermedad es producto exclusivo de los hábitos. Muchos coaches y mercaderes espirituales dicen en redes sociales que el cáncer es una enfermedad a la que es posible encontrarle un culpable. Que los hábitos son la principal causa de la enfermedad. Ahora las personas no sólo son responsables de su pobreza, si no también, de su enfermedad.

El relato social de la sociedad contemporánea, del individuo como único responsable de su propia suerte, no sólo es pesado e injusto, si no que pone la conversación en los términos equivocados. Las acciones de los individuos no tienen la capacidad de solucionar absolutamente todo. Las condiciones genéticas, estructurales y materiales son determinantes. El individuo omnipotente y responsable de todo sólo existe en el cuento de hadas de la sociedad neoliberal.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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