Vivimos agobiados por la queja

Vivimos agobiados por la queja

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Vivir agobiados por la queja no es vivir de verdad. Es como dejarse llevar por una corriente que se choca con piedras y te impiden salir. Cuando se ve al mundo y a los otros como amenazas y peligros, la responsabilidad propia se desvanece. Incluyendo la alternativa de hacer las cosas diferentes o, por lo menos, de verlas desde otra perspectiva. No digo que cualquier queja sea así, me refiero es a esa que no permite hacer nada más y que se cree determinado por lo que pasó y ya (a veces por lo que no pasó).

En muchos casos, eso suele reflejar no saber qué se quiere con la vida. Ni hacia dónde apuntar. Al haber dejado que otras personas y circunstancias definan en qué se pone la atención y energía, se hace más difícil dirigirla hacia donde se quiere.

¿Cuál es la alternativa a la queja? La acción consciente. Al quejarse se cierran las posibilidades y se deja la vida o alguna decisión en manos de las circunstancias, que la gran mayoría de veces son tan grandes y tan incontrolables, que la vida queda envuelta en un torbellino sin salida y las palabras salen automáticamente como manifestación de una inconformidad interna. Esa acción consciente puede nacer de una queja, sí, pero no se queda ahí.

¿Por qué nos cuesta tanto? Porque implica confrontarse consigo mismo y tener la capacidad de decidir qué se va a hacer en cada momento, dándole significado a la libertad, pero como esto muchas veces implica tomar la iniciativa, esforzarse y pensar un poco más para darle la vuelta a la realidad, preferimos escondernos en lo cómodo, en lo que podemos percibir sin preguntarnos mucho si hay alternativas.

Cada persona tiene potenciales gigantes de hacer bien en el mundo, sabiendo que es parte de algo más grande que depende de acciones pequeñas. Toma mucho coraje salir de las garras de la queja y del determinismo impuesto por la sociedad o por los propios vicios, pero llena el corazón de libertad y de verdadero poder, no uno que se impone y que controla, sino uno que sale de dentro y no depende de lo que pasa alrededor para hacerse realidad.

Además, solo por el hecho de procurar evitar la queja por la queja y cambiar la perspectiva a qué se puede hacer o cómo voy a lidiar con esto, todo cambia, pues se comienza a ver la vida con más alegría, con más posibilidades y oportunidades, con más detalles y creatividad, porque ahí ya tengo una opción y porque mi propia felicidad depende de mí mismo, porque lo demás no es una amenaza constante. Y creo que de eso se trata la vida, de asumir lo que nos corresponde a cada uno y hacer lo mejor posible.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/

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