¿Estrategas o cómplices?

¿Estrategas o cómplices?

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Más de sesenta horas se demoró el presidente Gustavo Petro en pronunciarse sobre la elección del pasado domingo 28 de julio en Venezuela. En esos más de dos días, en su cuenta de X, en la que nos tiene acostumbrados a un promedio de 54 trinos al día, no hubo más que un retweet al escueto comunicado de la Cancillería publicado en la cuenta de Luis Gilberto Murillo. Sin embargo, el miércoles a media mañana, el presidente escribió un extenso trino de nueve párrafos en el que, entre otras cosas, pedía transparencia en los resultados e invocaba el espíritu de Chávez. ¿Por qué apareció tanto tiempo después el presidente? ¿Qué hay detrás de su silencio? Hay varias respuestas para esas preguntas, todas especulativas e inciertas. Ya volveré sobre esto más adelante.

Lo cierto es que el comunicado publicado en su cuenta de X llegó a destiempo y con lo mínimo que cualquier demócrata del mundo pediría ante un proceso electoral con tantas irregularidades previas y el mismo día de los comicios. Solo por establecer un parangón: el presidente chileno Gabriel Boric, otro de los gobernantes de izquierda de la región, sobre la medianoche del domingo de elecciones ya había puesto en tela de juicio el resultado que dictó Elvis Amoroso, rector del CNE venezolano y una de las fichas claves del chavismo en el órgano electoral. Hay que partir de una realidad, y es que según el 81% de las actas emitidas por el mismo tribunal electoral chavista y que están digitalizadas por la oposición, el presidente electo por una abrumadora mayoría es Edmundo González Urrutia.

La jugada de María Corina Machado fue maestra: desde antes de las elecciones ya tenían un robusto sistema de cuidado del voto que les daría la certeza de su victoria. Le tendieron la trampa al régimen, lo dejaron salir en falso, para 24 horas después dejarlo en ridículo internacionalmente por lo burdo del fraude cometido. Hasta hoy el dictador no presenta las actas de su supuesta victoria, porque técnicamente no tiene cómo falsear su propio sistema electrónico que hace que cada acta sea tan codificada que crear otra nueva hace que se pierda la trazabilidad con el sistema análogo. No tienen tampoco cómo justificar el supuesto ataque cibernético porque la transmisión de los datos no se da por internet.

Pero volvamos a Petro y con él a otros dos actores, México y Brasil, que parecen estar detrás de una negociación estratégica que según ellos permitiría la transición democrática. Estos tres no solo han sido bastante tibios en sus reclamos al régimen, también se negaron a votar la resolución de la OEA que condenaba el golpe de Estado que está dando Maduro al usurpar el poder. Según fuentes diplomáticas de los países, esta actitud mesurada responde a la estrategia de mantener canales de comunicación abiertos y efectivos con el dictador para propiciar una salida pacífica del poder, que cada vez es más improbable a pesar de la presión internacional de varios países que hoy reconocen a Edmundo González como presidente electo. La negociación incluiría, entre otras cosas, que esta se dé entre Maduro y González sin intermediación de María Corina Machado y que para aquel que resulte derrotado cese la persecución jurídica y política.

No obstante, cada segundo que pasa le da oxígeno a la dictadura para reorganizarse y aplacar a punta de terrorismo de Estado las calles que ya no tienen. La represión brutal ha causado ya 20 muertes y más de 2000 detenciones sin garantías procesales. Maduro se termina de quitar la máscara, la fachada débil de demócrata y muestra al mundo lo que siempre ha sido: un sátrapa, un delincuente, un tirano. De concretarse los supuestos buenos oficios de Petro, Lula y AMLO, Venezuela lograría una salida distinta a la violencia, lo que ahorraría enorme sufrimiento humano.

Así las cosas, mantengo mi postura escéptica y crítica, sobre todo con Petro, que tan ligero de dedo y lengua ha sido al referirse a otras democracias y tan laxo y complaciente con Maduro, tomando como agravante su nostalgia chavista y su talante violento y antidemócrata. Ojalá me tape la boca y Venezuela sea libre por fin. Mientras eso no se concrete y el dictador logre acomodarse y fijarse más en su silla, Petro y compañía pasarán a la historia como los cómplices de uno de los fraudes más vergonzosos de la historia, y su legado será el de tres amigos y auspiciadores de crímenes contra la humanidad.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/samuel-machado/

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