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El día en que Susi se dio cuenta que ya no suspiraba los domingos supo que era demasiado feliz; sabía que si deseaba que empezara la semana era porque ya había quedado atrás esa miserable sensación de lunes.
Que ahora no le importe qué día es significa que la vida que está viviendo merecía la pena; Susi se había dado cuenta de que vivir de esa manera era aprovecharla al máximo posible.
Susi es una mujer “extranjera” como yo, que me narró cómo era su vida aquí, lejos de casa. Hablamos de todo lo que se aprende estando fuera; de las confusiones, de la parte no tan bella de migrar. Nos reímos a carcajadas recordando tantas metidas de pata por palabras mal usadas, nos quejamos del cansancio que se siente caminar todo el día en invierno y lo complicado que es entender lo que te dicen y distinguir si te hablan con sarcasmo o si tú te has vuelto tonta. Hablamos de lo confrontador y bello que es elegir todos los días quién quieres ser, porque cuando nadie te conoce vives permanentemente en estado de hoja en blanco con el cursor titilando, esperando que escribas la primera palabra de ese día.
Aprendimos que lo mejor de estar lejos es ser aventurero permanente, perderse entre las calles, probar platos nuevos, escuchar historias inimaginables, viajar a lugares maravillosos y que encontrarte con “los tuyos” es un buen respiro.
“Los tuyos”, cuando se está lejos, son aquellos recién conocidos, personas distintas a nosotros, que no conoceríamos estando en nuestro país y que aquí son tu gente. Hablan como tú, temen como tú y eso los hace parte de ti; son de la misma casa. No había valorado eso antes: nuestra cultura común, ese algo que todos somos por compartir la misma tierra y bandera y que nos ayuda a acercarnos.
Susi y yo conversamos sobre todo esto, aún cuando solo éramos amigas desde hace un par de semanas. Cuando me habló de los domingos, además de reír con ella, empecé a reflexionar sobre lo bello, profundo y, a la vez, extraño de esa sensación conocida por todos y del anhelo de algún día dejar de sufrirla.
Me pregunté entonces: ¿qué clase de vida es una que te hace inhalar angustia cuando la tienes que vivir? ¿Qué diseño perverso hemos hecho con nuestras agendas que no nos alcanzan los fines de semana para descansar? ¿Cuándo fue que los únicos días emocionantes, divertidos, fluidos, atrevidos y memorables, terminaron siendo solo 104, los de los fines de semana? ¿Por qué nos estamos perdiendo la tercera parte del año? ¿Qué es lo que hace que esos “días de semana” nos dediquemos a sobrevivir, luchar, estresarnos, alterarnos, quejarnos, comer mal, no parar? ¿El trabajo? ¿Nuestra percepción de él?
Si a esos días, además, se les restan los domingos, entonces nos quedamos apenas con un cuarto de vida que disfrutamos. Qué desgracia.
Las nuevas generaciones no quieren suspirar los domingos. Para no suspirar debes amar la vida, tienes que disfrutar lo que haces todos los días y saber que puedes entregarlo todo, saber que podrás vivir de tus pasiones, no temerle al cansancio del lunes, poder ver a la gente que amas porque tienes tiempo, aprender cosas nuevas, viajar, estar cerca de tu familia, leer sin afanes , desayunar sentado y tomar café sin que nos quemen los labios por la prisa.
Las nuevas generaciones son el recuerdo de lo que otros ya olvidaron o que se resignaron a intentarlo. Todos siempre hemos querido vivir vidas plenas, satisfechas, enriquecidas y bellas.
Ya la lección la deberíamos haber aprendido; fueron dos años de duras experiencias, encierros y miedo.
Este fin de año es la época que nos hace volver sobre el pasado para repasarlo, agradecerlo, aprender de él y, por último, pensarnos a nosotros mismos en un siguiente año con mucha ilusión. Yo deseo que todos tengamos domingos dichosos que no nos hagan suspirar de angustia, y deseo que vivamos como si vivir valiera la pena. Que no haya días que no merezcan ser contados, que el mejor regalo que nos demos sea una vida plena y que no queramos cerrar los ojos para no perdernos ni un segundo de ella, como lo dice Muhammad Yunus: «El propósito de la vida humana en este planeta no es simplemente sobrevivir sino vivir con gracias, belleza y felicidad. Depende de nosotros hacer que esto sea posible.»
Felices fiestas, y que la fiesta sea todos los días incluyendo los domingos…
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/juana-botero/