¿Y dónde están esos nuevos liderazgos?

¿Y dónde están esos nuevos liderazgos?

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No pretendo aquí mostrar resultados de ningún estudio ni ser académicamente correcta. Finalmente, esta es una columna de opinión, así que hablaré desde mi perspectiva únicamente y por supuesto desde mis sentires.

“Hacen falta nuevos liderazgos”. Esta frase la he escuchado muchísimas veces en los últimos días. Las recientes elecciones parecieran habernos dejado agotados de ver las mismas caras y escuchar los mismos discursos. En el ambiente hay una necesidad de renovación y un expandido sentimiento de que hoy no contamos con esos líderes o lideresas capaces de llevar, sea a nuestro país o a nuestra ciudad, a ese futuro deseado.

¿Y dónde están esos nuevos liderazgos? Esta es la pregunta que todos nos hacemos a diario.

Vemos entonces como empiezan a sonar nombres para las elecciones locales, los periódicos les hacen eco publicando sus fotos y recorridos profesionales. Esperamos encontrarnos allí esos nuevos liderazgos, con nuevos perfiles y nuevas miradas. Sin embargo, los listados vuelven y nos muestran más de lo mismo, lo que siempre hemos visto, lo que es común: hombres blancos de mediana edad. Y la mayoría de ellos ni siquiera son caras nuevas, son las mismas que hemos visto años y años desempeñarse en la política local.

¿Y dónde están por ejemplo las mujeres? ¿Por qué, cuando buscamos nuevos liderazgos en lo público, nos cuesta tanto encontrar mujeres?

Comencé diciendo que no voy a hablar de ningún estudio, porque seguramente la cantidad de estos abunda para explicar por qué la participación política de las mujeres es sustancialmente menor que la de los hombres, esta es solo mi percepción.

Las mujeres, aun las que nos encontramos en posiciones de privilegio y nos gusta el mundo de lo público y lo político, hemos tenido siempre una carga tan alta sobre nuestros hombros del cuidado y direccionamiento del hogar que poco tiempo nos queda para pensar en una carrera por fuera de este o de la que tenemos para nuestro sustento económico.

A ser un líder o lideresa político se llega trabajando claro está. Pero gran parte de ese trabajo es no remunerado, no se hace de 8 am a 6 pm. Es trabajo en la calle, con la gente, tomando tinto, conversando, participando en espacios de debate, en eventos, en comidas, en reuniones. Es trabajo que toma tiempo, que necesita de disponibilidad. Es un trabajo que normalmente se hace por fuera del remunerado, del de la oficina.

Nosotras poco tiempo tenemos de ese llamado “tiempo libre”. Nos dedicamos a nuestros trabajos porque soñamos con tener una carrera, nos dedicamos a nuestras familias, nos dedicamos a nuestros hijos y nos dedicamos a administrar el hogar. El cuidado de los nuestros se nos lleva todo ese tiempo que nuestros compañeros hombres usan para conformar y consolidar su liderazgo público.

Somos las gerentas del hogar. Tenemos que saber si aún hay arepas en la nevera, si los niños tienen pañales, coordinar la cita médica y estar pendientes de la entrega de notas del colegio. Coordinamos las actividades de todos los miembros de nuestro seno y nos ganamos estas tareas sin haber participado en la rifa.

Cae sobre nosotras un peso tan arduo como el de otro trabajo. El cuidado del hogar es sin duda otro trabajo. ¿Qué tiempo nos puede quedar para un tercero? ¿Y cuándo es el tiempo de nosotras mismas?

Ya bien decía Simone de Beauvoir que no siempre la caída en la inmanencia es elegida, muchas veces es infringida: no podemos realizar nuestros proyectos porque encontramos obstáculos que nos lo impiden. Y mientras el hombre tradicionalmente ha logrado concretar y afirmar su existencia a través de proyectos que lo ayudan a transcender, las mujeres nos hemos quedado en casa con el proyecto que parece habernos encargado la naturaleza.

Así que no, no dejamos de participar porque simplemente no queramos, o no tengamos el valor como me lo dijeron esta semana en una de mis conversaciones al respecto. Dejamos de participar porque tenemos tantas cosas de que hacernos cargo, que el mero hecho de pensar en una más, agobia.

Entonces, si lo que queremos son nuevos liderazgos y liderazgos femeninos, empecemos amigos hombres o mujeres no coordinadoras del hogar, a hacernos cargo de esas tareas que nos corresponden a todos, que de pronto así nos quedará tiempo y energía para dedicarnos a ese proyecto que nos apasiona y nos hará transcender.  

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