¿Y ahora quién podrá ayudarnos?

¿Y ahora quién podrá ayudarnos?

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Hace unos días visité algunas zonas comerciales de la ciudad y me llevé la triste sorpresa de encontrar numerosos locales en arriendo, espacios que anteriormente albergaban los negocios de distintos emprendedores.

Cada cuadra que recorría ofrecía una escena similar, y pensé con pesar que la economía está sintiendo el coletazo de las condiciones actuales.

Medellín atraviesa una situación compleja en el mercado de arriendo, tanto habitacional como comercial. Aunque los precios han mostrado una tendencia a la baja, la reducción es muy inferior a lo que inicialmente imaginábamos.

Las cifras de crecimiento tampoco son alentadoras. Según el DANE, el crecimiento económico se ha registrado, pero a un ritmo muy inferior al potencial ideal de nuestra economía, ubicándose en uno de los peores niveles del siglo, cerca del 1,7% para 2024. La conclusión es clara: estamos trabajando a media máquina. La producción, aunque continúa, no alcanza el nivel deseado, y los costos, si bien se cubren con los ingresos, probablemente impiden ver las ganancias esperadas.

Para que el país utilice su potencial de producción, deberíamos crecer al menos un 3% anual. Sin embargo, a pesar de que la inflación ha dejado de impulsar el alza de precios —incluso en algunos casos se han registrado descensos—, los costos se mantienen elevados, y los locales vacíos son un claro reflejo de esta realidad.

La guerra también nos está costando. El gobierno anunció nuevos impuestos para financiar la actual situación en el Catatumbo y las zonas de conmoción interior. Se gravarán, entre otras actividades, las apuestas en línea mediante IVA e incluso se impondrá un impuesto de timbre adicional al sector de extracción minera. Estas medidas evidencian la desesperada necesidad de recursos, situación que, a largo plazo, podría afectar los costos de transporte y el consumo interno.

No sorprenden los problemas financieros. Recientemente, el CARF presentó un informe sobre el estado de las finanzas al cierre de 2024, donde la deuda pasó de 4.3% en 2023 a 6.8% en 2024, lo que indica que el gobierno carece de los recursos necesarios para operar día a día.

El recaudo tributario en 2024 alcanzó 71.2 billones de pesos, muy por debajo de lo esperado, y para cumplir con la regla fiscal este año —la cual limita el endeudamiento a niveles razonables para mantener la estabilidad económica—, se prevé que en 2025 se deba ajustar el gasto en alrededor de 46 billones de pesos.

¿Qué conexión existe entre estos hechos? El mercado da señales claras de crisis, no sólo por las condiciones intrínsecas de la economía, sino también por el costo de la guerra, la falta de liderazgo en los ministerios y la incertidumbre internacional derivada de la situación con el gobierno de Trump.

Para 2025, el panorama se presenta complicado: las leyes de austeridad se imponen, las reformas tributarias parecen persiguiéndonos cada año y la crisis de soberanía se agrava, especialmente cuando se deben financiar tanto ayuda humanitaria como el conflicto.

No es momento de derrochar ni de asumir mayores deudas. Este año no se vislumbra como el inicio ideal para emprender o generar empleo, y en estas circunstancias requerimos un apoyo económico que, lamentablemente, parece inalcanzable. ¿Qué vamos a hacer? Como siempre, esta pregunta quedará abierta.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/carolina-arrieta/

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