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Para muchos parece un ranquin. Y lo lanzan como cuando preguntan por los apellidos: ¿Vos sos de los Quintero de dónde? Casi nunca sé de cuáles Quintero, y por eso supongo que tampoco sé de cuáles víctimas. Empezando porque en un país en el que la justicia cojea tanto, hay cientos de casos archivados en los que ni idea cuál fue el actor.
Tengo el archivo de las diligencias de mi papá. Su caso, desde hace más de treinta años, está en resolución de archivo. Me dijeron: el juzgado se inhibió de abrir investigación porque no se individualizó ni identificó a ninguna persona como presunto autor del hecho punible. Lo de resolución de archivo significa que no puedo acceder a las diligencias porque “en cualquier momento se puede reabrir hasta lograr el total del esclarecimiento de los hechos y lograr la identificación del autor o autores de la conducta punible”. A mí me da una risa.
Entonces, ¿vos sos de las víctimas de dónde?
Lo vi en los comentarios de los artículos sobre las víctimas de ejecuciones extrajudiciales por la agresión de Polo Polo a las madres de Soacha, pero lo he visto antes, sobre todo cuando se quiere hacer una defensa de los militares. Del glorioso ejército nacional. Se saltan incluso el pedazo en el que varios militares ya han confesado que sí hubo ejecuciones, y lo sueltan: ¿Y las otras víctimas? Ah, pero es que con las víctimas de la guerrilla no dicen nada.
También decimos. Con todas las víctimas tenemos que decir. Porque el dolor no pregunta y vos sos de las víctimas de dónde para doler. No cambia el vacío que queda, los muertos se incrustan en uno y te cambian para siempre. Y además están las víctimas de otros crímenes como los secuestros, los desplazados, las desapariciones, las extorsiones.
Además, en Colombia hay víctimas de distintos bandos y, a veces, de varios al tiempo. Las historias son terribles, lo que esos actores fueron y son capaces de hacer. A quién se le olvida Elvia Cortés, con un collar bomba en el cuello, en mayo de 2000, y que explotó y la mató a ella y al policía que trató de desactivarla. En principio el crimen se le atribuyó a las Farc, pero luego la Fiscalía determinó que los culpables eran miembros de una banda delincuencial. O las fotos de los secuestrados por las Farc en jaulas llenas de alambres de púa.
¿Los actores? Las guerrillas, los paramilitares, las bandas delincuenciales y siga la lista… son tantos. Y, en el caso de los Falsos Positivos, el ejército.
La semana pasada el tema fueron las ejecuciones extrajudiciales por lo que pasó con Polo Polo, que trató de negar los hechos y la cifra de 6402, y tiró a la basura las botas de caucho de la exposición que las mamás hicieron en homenaje a la memoria de sus hijos. No era posible quedarnos callados, pasar como si nada. También lo fue hace unas semanas cuando a otro se le ocurrió cuestionar la cifra, como si fuera a cambiar la gravedad de esos crímenes porque fueran menos, cuando pueden ser muchos más (Leer Vítores de gente enferma de odio de Mario Duque).
Pero hay algo importante en esos crímenes, que no se nos puede olvidar: los cometió el ejército. Son crímenes de Estado. El Estado, que es el llamado a cuidar y proteger a sus ciudadanos, hizo todo lo contrario. De ahí la gravedad.
Lo cual no significa que esas víctimas sean más importantes que las otras. Voy a repetirlo: el dolor no pregunta vos sos de las víctimas de dónde para doler más o menos. Duele. Y cambia la vida para siempre. (Leer más: 6402: para que no se nos olvide)
Porque, y me repito cada rato en esto, uno sigue viviendo, al final a uno no le pegaron el tiro, pero no es lo mismo crecer con un papá que sin él. No es lo mismo que te hayan secuestrado. No es lo mismo que no hayas podido regresar a tu casa porque te desplazaron de tu pueblo. No es lo mismo que la guerra te haya tocado de frente. Uno nunca más es el mismo. Es otro, y sigue viviendo, porque es lo que hay, y nunca vamos a saber qué hubiéramos sido si…
Colombia está llena de gente así. Compartimos el vacío y la otredad. Por eso duele tanto, o es imposible de entender, cuando alguien cuestiona el dolor ajeno, la memoria. Cuando alguien intenta hacer un ranquin de víctimas, a ver cuáles son mejores o peores. A ver cuáles muertos son mejores. La antropóloga Veena Das insiste en que el dolor no es solo una experiencia individual sino social: cuando una sociedad jerarquiza el sufrimiento, perpetúa la violencia que dice querer superar.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/monica-quintero/