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Esteban Mesa

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Terminé como secretario de Gobierno de Antioquia el 31 de diciembre de 2015 orgulloso del trabajo que habíamos hecho, sorprendido de haber descubierto habilidades en mi que hasta ese momento de la vida no había necesitado; y cansado, muy cansado. Siendo muy joven había llegado a un cargo de inmensa responsabilidad y presión, tenía como jefe a un hombre íntegro, inteligente y exigente para quien siempre que se está trabajando en lo público solo sirve dar el 100%. Aprendí que gobernar era, entre otras cosas, priorizar, decidir, ejecutar y hacer seguimiento. Suena fácil.

Fueron 4 años espectaculares. Crecí profesionalmente, tomé decisiones (algunas impopulares), puse a prueba mis principios, lideré equipos llenos de gente brillante, hice muchísimos amigos y hasta me enamoré. Ruedas de prensa, entrevistas, reuniones presidenciales, debates en la asamblea, negociaciones con manifestantes, resultados en políticas de seguridad y transformaciones que cambiaron para siempre la vida de la gente. Todo un sueño para quienes disfrutamos de estos temas.

También hice grandes sacrificios. Eran jornadas extenuantes que iniciaban siempre con malas noticias porque lo normal, en ese entonces, era despertar con información de algún homicidio o ataque de grupos ilegales. Mi vida se volvió mi trabajo. Poca bicicleta, poco fútbol, poca vida familiar y social, escoltas. Nada de eso importaba porque estábamos cambiando la vida de la gente, sobre todo de los más pobres.

Tuve la tarea de liderar el empalme de la secretaría con el equipo seleccionado por el gobernador entrante. Un personaje que no tenía en su agenda otra cosa diferente a destruir el buen nombre de Sergio Fajardo. Mintió en la campaña y mintió en el gobierno. Con rigor y seriedad preparamos cada reunión, yo no estaba solo entregando información, estaba entregando 4 años de mi vida y de la vida de todo un equipo de personas maravillosas. Uno espera que cada gobierno se dedique a cambiar todo lo que sea necesario pero que mantenga e impulse lo que está haciendo mejor la vida de los ciudadanos. En nuestro caso, la realidad es que nos recibió un ser tan pequeño que arrasó de un plumazo con todo lo bueno que tantas personas habíamos construido.

De ahí, la distancia. Agotado y decepcionado por imaginarme el cambio en la vida de las personas que creían haber encontrado una oportunidad y que, de un momento a otro, por un cambio en el gobierno, quedaron en el aire, decidí concentrarme en el sector privado. No es fácil, no es mi esencia. Pasaron los años, apoyé amigos en campañas, acumulé algunas derrotas, siempre desde la cómoda distancia.

Llegó el 2022. El momento del país, las palabras de los amigos y, sobre todo, la convicción de saber que para la coyuntura nacional no habría mejor opción, empecé a asumir responsabilidades en las campañas de Daniel Carvalho y Sergio Fajardo. De un momento a otro, estaba nuevamente liderando un equipo de gente inquebrantable, leal, rigurosa y constante. Volvieron los sacrificios, el apoyo de la familia, la paciencia de Juli y María del Mar, y volvió algo que me mueve. Consciente de que eran pocos meses, me metí de lleno en la campaña.

No ha sido fácil. Todos vimos las dificultades de la Coalición, los resultados de la consulta, las encuestas y a donde se fue el apoyo de los empresarios. También vimos la campaña sucia de años en contra de Fajardo, esta vez con protagonistas como Daniel Quintero y el resto del petrismo, así como César Gaviria y otros aliados del actual gobierno y/o de la campaña de Federico. No finjo optimismo, suelo ser muy aterrizado, había que encontrar motivación y esto fue lo más fácil: está por toda Antioquia. En las esquinas y los parques no ha faltado un voluntario o voluntaria que, con sus propios recursos, en su tiempo libre, haya salido a promover esta campaña. Están también los amigos que vuelven. Por ellos, por ellas, por los que no se rinden, por los soñadores y los idealistas, por ellos no podemos parar.

Gracias a cada persona que en Antioquia que me ayudó. Gracias al equipo de la Coalición Colombia en el departamento y a mi familia por dejarme ser.

Queda una semana.

Seguimos.

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