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“Parece que los escritores han perdido el norte, escriben para darse a conocer y no porque estén al borde de la desesperación”.
La enfermedad de escribir. Charles Bukowski.
No quiero ver películas para llenar letterboxd; leer libros solo para acumularlos; conocer ciudades para marcarlas en el mapamundi; encontrar nuevas bandas y cantantes para acumular CDs, LPs o más playlists; conocer museos, cafés y librerías para subir fotos o solo decir que estuve allí. Hay una necesidad excesiva de mostrar. Mostrar lo que hacemos, quizás para defendernos. Tenemos miedo de no alcanzar a recoger todo el conocimiento que los demás aparentan. Tenemos miedo de no ser suficientes. Actuamos para satisfacer cuerpos ajenos, cuando el arte busca llenar el propio espíritu.
En nuestro afán por mostrar, el arte se reduce a un contenido semanal o, incluso, diario. Se empieza a usar como una herramienta para alcanzar la fama instantánea. Esa que ofrecen las redes. Tan fácil, tan banal. Una fama que nace por saciar el hambre de todos los que mantenemos pegados a las pantallas. Asustados, acudimos a videos que nos alejan de la realidad. La escritura, el dibujo, la escultura, la cocina, la moda, termina perdiendo su contexto, su historia, su raíz, para convertirse en mero “feed”. Para saciar a los hambrientos de contenido viral. ¿Algún día nos iremos a llenar?
Así, el fin del arte se convierte en conseguir likes y visitas. Hacerse viral. Como si ponerle un fin ya no fuera un problema de por sí. Qué extraño es buscar una enfermedad. Pues virus contagioso significa viral. Nos hemos contagiado de la necesidad de consumir y crear. Pecado capital es la gula social. Pero nos da igual. Ya ni siquiera nos permitimos sentir. No sabemos ni qué llenar con la felicidad inmediata de cualquier red social. La misma que se alimenta con contenido creado por gente que entiende la dinámica y solo busca la fama alcanzar, ya no tanto expresar. Lo digo porque me ha pasado. Borrar párrafos y crear otros solo por cumplir. Vomitar palabras sin tener nada que decir.
Dicen que, de todas formas, la clave es escribir o crear para atrapar. Así no le fluya, busque captar. Eso es lo que solía pensar. Que sea “catchy”, como dicen. Pero he aprendido. Estoy aprendiendo que así no tenga nada que decir, puedo pensar. A veces, cuando se escucha a la mente se puede empezar a redactar. Uno se libera, suelta pensamientos acumulados. Qué triste que buscar atrapar sea la finalidad cuando se escribe para liberar el espíritu y buscar lo propio con el de los demás. Y no solo escribir, sino todo lo que implique crear. Pero a este ritmo, nunca nos vamos a llenar. Pues nos dejamos atrapar o buscamos hacerlo. Los primeros buscamos superar el miedo a no ser suficientes. Los segundos intentamos alcanzar lo viral. Es un virus cuya vacuna puede ser solo respirar. Un virus que alguien puede padecer, pero también contagiar.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/martin-posada/