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Para evidenciar el deterioro de Medellín no hace falta ser magíster en alguna ciencia social, basta con hacer uso de los sentidos para ver los colegios y escenarios deportivos cayéndose, las bibliotecas públicas cerradas, las calles llenas de huecos y de basura, los servicios de salud clausurados o las zonas verdes y jardines abandonados… La infraestructura física de la ciudad se encuentra en un estado lamentable, al igual que sus indicadores sociales, siendo el más doloroso y alarmante el aumento de la desnutrición infantil crónica.

Quintero y su séquito tuvieron la oportunidad –y el honor– de gobernar a Medellín, y se dedicaron a saquearla y a dividirla. Ahora van de salida, en octubre de este año la ciudad será convocada a elecciones y no me cabe duda de que la gente, hastiada del proyecto político de Quintero, castigará en las urnas sus mentiras, su incompetencia, su arrogancia y su corrupción.

El camino de la próxima administración no será nada sencillo, tanto la Alcaldía como el Concejo deberán contar con personas sumamente comprometidas y calificadas para enderezar el rumbo. Considero que la próxima será una alcaldía de transición, que recupere la ciudad del desastre que deja Quintero. En este sentido, creo que tendrá 3 grandes retos a nivel estratégico en materia de liderazgo y administración pública:

  1. Sanear las finanzas públicas: auditar qué pasó con los recursos públicos durante estos 4 años, revisar a dónde se fueron, qué queda, sacar a las personas incompetentes y con cuestionamientos de corrupción y radicar las denuncias pertinentes. 
  2. Continuar los proyectos que vienen ejecutándose: dar continuidad a los grandes proyectos estratégicos de ciudad que vienen construyéndose desde alcaldías anteriores y que por ningún motivo se detengan (parecería obvio en una ciudad como Medellín, pero luego de 4 años de Quintero entorpeciendo proyectos estratégicos y sustituyéndolos por otros que se saca del sombrero, vale la pena recalcarlo).
  3. Convocar a un gran diálogo social: que involucre a los distintos sectores de la sociedad y reconstruya la confianza tejida durante años entre estos (sector público, academia, sector privado, organizaciones sociales) y que convoque a nuevas manifestaciones de la sociedad civil organizada. Un diálogo liderado por el sector público que invite a la ciudadanía a pensarse la ciudad, a escoger un rumbo que responda a la pregunta “Medellín, ¿para dónde vamos?”, un ejercicio de prospectiva que nos permita encontrar un nuevo proyecto de ciudad construido colectivamente y que tenga su primer paso y hoja de ruta en el Plan de Ordenamiento Territorial.

Por supuesto que la alcaldía debe tener muchos más retos –recuperar indicadores, reducir la desigualdad, construir paz, comprometerse con el cuidado del planeta, acabar violencias…–, pero a nivel estratégico estos 3 son los mínimos, un punto de partida y no de llegada.

Hace 30 años Medellín se sumió en el dolor y la oscuridad, la crisis desatada por el narcotráfico nos sacudió hasta lo más profundo de nuestros cimientos. Pero la crisis de los 90 también nos unió como sociedad, fue un campanazo que llamó a todos a que se preocuparan por la ciudad. Confiaron los unos en los otros y se vincularon en la solución de los problemas de toda la vida, cambiando las preguntas para encontrar respuestas diferentes.

Hoy enfrentamos una crisis similar, desatada por el alcalde. No es momento de olvidar lo que aprendimos. Medellín se unió hace años para derrotar a quienes la destruían y construir un nuevo rumbo. Necesitamos un propósito común que nos convoque. Llegó la hora de volver a unirnos desde nuestras diferencias.

A Quintero se le agota el cuento de que lo suyo es una cruzada contra un fantasma que él mismo se inventó, cada día más veedurías, medios de comunicación, sindicatos, organizaciones sociales, jueces, docentes, madres comunitarias, líderes culturales, congresistas, exalcaldes, activistas, empresarios y ciudadanos armados con un valor civil admirable denuncian su corrupción y se unen con el propósito común que les unió hace 30 años: reconstruir a Medellín.

De esta salimos, Medellín. Este año se desploma el tirano y el proyecto mafioso que quiso construir. Llegó entonces la hora de ser valientes y enfrentar a quienes saquearon la ciudad, sin desfallecer ante sus ataques vilipendiosos o ante sus mentiras. Llegó el momento de corregir el rumbo y de trabajar por un nuevo destino para nuestra ciudad. ¡Vamos Medellín!

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-jaramillo/

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