Una sonrisa cómplice

Una sonrisa cómplice

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La historia del mundo la han contado los vencedores, desde siempre. El relato del vencido es el que queda relegado, oculto, perdido. Hay quienes saben que además de la victoria militar se necesita la narrativa del triunfo y se apresuran a crearla.

El embajador de Israel en Colombia, Gali Dagan, ha desplegado en el país toda su capacidad relacional. Pide espacios para conversar con líderes, periodistas, funcionarios, empleados, estudiantes… encuentros donde, además, proyecta el documental Nova, del director Dan Peer, sobre el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023. Tiene claro en su ruta con quién hablar y adónde debe llevar su mensaje.

En Medellín encontró audiencia. Lo recibieron el rector de la Universidad EIA, José Manuel Restrepo; el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez; el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón; y la directora ejecutiva de Fenalco, María José Bernal. En Twitter, la Embajada de Israel compartió el registro de las reuniones: gente sonriente que le tiende la mano o abraza al diplomático.

¿¡Cómo negarse a la petición del representante en Colombia de semejante país, líder de la democracia en Medio Oriente!?, argumentaron unos. ¡Qué difícil!, dijeron  otros. Y pobres, además. ¿¡Cómo iban ellos a saber que la publicación de las fotos de los encuentros, donde se ven sonrientes, felices, coincidiría con el momento en que nos enteraríamos de que el ejército israelí disparó contra cientos de palestinos famélicos, desesperados y desarmados que buscaban algo para no morir de hambre? ¿¡Quién podría haber imaginado un capítulo así en esta venganza cruel y desproporcionada, retransmitida para que todos sepamos cómo avanza!?

Mal timing, dijo alguien. Timing. Como si se tratara solo de un mal momento.

¿Quién, tras cinco meses de bombardeos, puede ignorar lo que ha hecho el estado de Israel, liderado por Benjamín Netanyahu, contra la población palestina que vive en la Franja de Gaza? O vivía. La suma de cadáveres ya roza los 30.000. Niños y mujeres en su mayoría. Para hacerse una idea: tanta gente como desapareció la dictadura de Pinochet en Chile o tantas desapariciones forzosas como las causadas por las Farc en Colombia, según los datos de la Comisión de la verdad.

Pues el rector de la Universidad EIA, José Manuel Restrepo; el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez; el gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón; y la directora ejecutiva de Fenalco, María José Bernal, entre otros más, lo hicieron, lo ignoraron.

Entiendo las complejidades de la diplomacia y la cortesía, incluso de los intereses que mueven las relaciones, pero me surgen dudas.

¿Por qué el líder de una universidad, un sitio donde la humanidad y la crítica debería estar siempre presente, se opta por el apretón de manos con el representante de un estado cuestionado por sus acciones militares que son una afrenta contra la humanidad? O, ¿por qué al alcalde Federico Gutiérrez, que tiene tan claro que “plata es plata” o que la memoria le alcanza para recordarle cada tanto al presidente Gustavo Petro su pasado guerrillero, le cuesta reconocer que “crimen es crimen”, sin importar quién lo cometa? ¿Por qué parece no importarles que Israel haya ignorado hospitales y escuelas en su avance militar? ¿Por qué parecen tan amistosos frente al representante de un país que desoye la petición de la Corte Internacional de Justicia para que se evite un genocidio? Sus sonrisas en esas fotos se me antojan cómplices.

Sobre las ruinas de lo que fue un pedazo de país acorralado, es evidente que Israel ganará en lo militar. Su esfuerzo está en ganar también políticamente. El esfuerzo del embajador israelí es evidente, ignoro si suficiente.

Aunque al final del día no importará, lo dije antes: la historia del mundo la han contado los vencedores, no importa sobre cuántos cadáveres estén parados.

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