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¿Se acuerdan de Ruta N, esa entidad que fue creada por allá en el 2009 y que buscaba ser el epicentro de la ciencia, la tecnología y la innovación en Medellín?

Muchos la recordamos con algo de nostalgia, pues la Ruta N que fue y que pretendía ser, desapareció del radar. Hoy, cada vez que escuchamos hablar de esta entidad, es para referenciar un nuevo escándalo de corrupción y politiquería, y atrás quedaron noticias como la llegada de multinacionales a sus instalaciones o la captación de recursos de inversión. Nada más y nada menos esta semana vimos el último episodio: extorsiones a contratistas.

Al margen de los escándalos, a Ruta N la dejaron sin rumbo y también sin mucha capacidad de ejecución, pues las decisiones de los últimos años la han convertido en una entidad sin presupuesto. Las transferencias de EPM que por acuerdo municipal se hacían e inyectaban recursos a la entidad, ahora están por debajo de lo definido y esperado, y además Ruta N está al completo arbitrio de la Secretaría de Desarrollo Económico, quien la quiere como un simple operador.

El ocaso de la entidad es evidente, sin embargo, aún estamos a tiempo de recuperar su rumbo y volverla a ver en el centro de la innovación y el emprendimiento de la ciudad. Es urgente redefinir una nueva Ruta N.

En su gobernanza, la entidad debe dejar de ser un fortín politiquero, y el próximo gobierno tiene que establecer un estricto compromiso por el mérito, es decir, en Ruta N deben trabajar los mejores en sus campos, y no los amigos del alcalde.

Desde el punto de vista de sus objetivos, la entidad debe retomar su apuesta por la innovación; en términos de recursos, se debe asegurar, como mínimo, lo que ya existía como norma en un acuerdo municipal; adicionalmente, la entidad debe crear nuevas fuentes de ingreso, al margen del cobro del canon de arrendamiento de un edificio. En el impacto esperado para la comunidad, se debe retomar la ruta de formación y direccionamiento de las estrategias en innovación de la ciudad.

Si queremos que Ruta N sea realmente el centro de la innovación de Medellín, la entidad debería hacer apuestas más decididas para invertir en prototipos avanzados, protección de patentes y consecución de recursos nacionales e internacionales para emprendimiento. Ruta N no debería estar haciendo convocatorias de pequeños montos para emprendimientos que se vuelven imposibles de manejar; para esto el Distrito tiene otras dependencias.

Ahora, para la gestión de nuevos recursos, Ruta N debería crear un fondo que patrocine emprendedores para que busquen recursos en todo el mundo y puedan tener acceso a mercados financieros frescos. Este fondo podría operar como una inversión pública, siendo obligación del emprendedor retornar un porcentaje de lo recaudado en las rondas de inversión, con el fin de patrocinar nuevos emprendimientos.

Ruta N, además, está en deuda de salir a buscar a los emprendedores y nuevos proyectos, y no esperar a que le lleguen a la puerta de la oficina.  Llegar a las comunidades más vulnerables para encontrar los talentos escondidos, asociarse con agremiaciones de empresarios pequeños para darles valor agregado, y tomar empresas ya existentes para aportarles conocimiento e innovación, pueden ser algunas de las ideas a ejecutar.

Por último, Medellín tiene que apostarle a ser realmente una ciudad innovadora y a que esta forma de pensar salga (si es que ya entró) de las oficinas de Ruta N y se impregne en todas sus decisiones, empresas y proyectos económicos y sociales. Esta es tarea de Ruta N, si logramos que deje de ser simplemente un intermediario para la contratación.

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