Un presidente que lea novelas

Un presidente que lea novelas

Aproveché la Semana Santa para devorarme una novela a ver si la exposición a un conocimiento de primera mano de las ambigüedades de la condición humana le bajaba a mi sesgo por los ensayos y la no ficción. Y así fue. Me arrepentí profundamente de haber subordinado mi lectura de ficción a las vacaciones, de subestimar el poder de los personajes de ayudar a comprender el universo.

Creo que hay muchos paraqué leer, pero el qué más empiezo a valorar con el tiempo es para acceder al mundo emocional. Las novelas son una forma de despertar sentimientos morales de empatía sobre el sufrimiento de los otros, una especie de simulador de las interacciones cotidianas. Desde ese entorno seguro de simulador, es posible enfrentar infinidad de experiencias y ensayar cómo responder ante situaciones críticas, habilidades aprendidas que después se transfieren al pilotar el avión real: la vida.

En un régimen presidencialista como el nuestro, el carácter personal de un presidente importa. Elegimos seremos humanos con todos sus matices para pilotar el avión, pero sobre todo para responder a crisis y situaciones inesperadas. En aviación, la conciencia situacional es la percepción y comprensión precisa de todos los factores y condiciones dentro de los cinco elementos fundamentales de riesgo (vuelo, piloto, aeronave, entorno y tipo de operación que comprende cualquier situación de aviación dada) que afectan la seguridad antes, durante y después del vuelo. A veces los presidentes como los pilotos, terminan por confundir el sistema de información visible en su cabina con el mundo, y se encabinan.  

¿Por qué gente inteligente y preparada termina volando un avión contra una montaña? Confirmar nuestras creencias nos empuja a reafirmarnos constantemente y evitar nueva información o enfrentamientos que puedan ponerlas en duda. Los libros dan perspectiva y desarrollan la capacidad de empatía, dos cosas, esenciales en el ejercicio de la política. Un número cada vez mayor de investigaciones ha descubierto que las personas que leen ficción tienden a comprender y compartir mejor los sentimientos de los demás.

Igual que en los accidentes aéreos, un presidente debe tener la capacidad de comprender su estado actual frente a un entorno específico y tomar decisiones en fracciones de tiempo. Si a un presidente no le exigimos pruebas psicotécnicas, exijámosle que pasen tiempo en el simulador de vuelo, exijamos un presidente que lea novelas.

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