Treinta y ocho

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Este es un escrito diferente, muy personal, impulsado principalmente por un sentimiento profundo de gratitud.

Convivimos con el hecho de que el paso del tiempo nos va cambiando. Conservamos algunas cosas elementales de la personalidad, pero empezamos a tener otra mirada de la vida que se va ajustando según las experiencias, las responsabilidades, los logros, los errores, etc. La mayoría de las veces es un proceso silencioso para uno mismo pero cada cierto tiempo hay un momento en el que te das cuenta de todo lo que ha cambiado. En algunas fechas especiales es normal pensar más sobre este tipo de cosas. Yo, por ejemplo, me he detenido últimamente en lo afortunado que he sido cuando pienso en las oportunidades, los amigos, la familia en la que crecí y la que he construido.

Por eso quiero hoy agradecer que he estado rodeado de personas que me han marcado positivamente. En diferentes etapas he compartido, en general, con gente de buen corazón, bien intencionada, que me ha dejado grandes enseñanzas. Gracias a los profesores que, desde el colegio hasta hoy, han dado más de lo requerido intentando motivarme a aprender, a ser persona y ciudadano, a cuestionar siempre. Gracias a los amigos incondicionales con los que he pasado los mejores años de mi vida, en quienes me he apoyado cuando las cosas no han salido tan bien, con quienes escapo siempre de la rutina, a ratos pesada, de la adultez.

Gracias a la familia en la que crecí porque me permitió vivir de primera mano el amor y la lealtad sin límites, la equidad entre hombres y mujeres, la solidaridad y el respeto por todo el mundo. Gracias a los jefes que he tenido porque de ellos he aprendido el rigor para entender de fondo los problemas, la construcción de equipos, la disciplina necesaria para que las cosas pasen y, muy especialmente, que la autoridad no depende de un puesto o un título, sino que se gana con trabajo y dedicación.

Gracias, finalmente, a Juli mi esposa, que junto a las hijas me presentó un amor diferente, profundo e incuestionable. María del Mar y Leticia me han cambiado para siempre, pero ver a Juli ser mamá es una experiencia maravillosa que algunas veces me cuesta dimensionar. Es curioso que, a pesar de tener una mamá ejemplar, vine a darme cuenta de todo lo que ese título implicaba al ver a Juli día tras día estar siempre para sus hijas. Me siento afortunado de tener a mi lado a una persona que se entrega sin restricciones a su familia, que hace más especiales los días importantes, que se toma el tiempo para celebrar la vida, que se ha levantado tantas veces como ha sido necesario, que con disciplina ha ido cumpliendo metas y que nunca ha perdido la hermosa virtud de disfrutar de las cosas sencillas de la vida.

Es importante detenerse y ver el lado lleno del vaso que en mi caso, más que cosas, son personas.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mesa/

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