Tiempo para ver llover

Abro el pdf de cincuenta páginas.

—Parece que este documento es largo. Ahorra tiempo leyendo un resumen —dice la IA del programa de pdfs.

—No —le respondo. Quiero leer este documento, pero gracias.

El mensaje aparece siempre, o por lo menos desde hace un mes que empecé a notarlo.

—No gracias —repito cada vez. Quiero leer. Quiero que mi mente lea y lo entienda y lo analice y piense. Quiero pensar.

La profesora hizo la advertencia el primer día de clase: quiero leerlos a ustedes, no a la Inteligencia Artificial.

Pensé, sin embargo, que debería ser una advertencia innecesaria para un grupo de estudiantes de posgrado, casi todos alrededor o mayores de treinta años, que estamos ahí porque queremos.

Sin embargo, yo también les hice una advertencia a mis estudiantes de español: ustedes están en Elementary I, es fácil darse cuenta de quién hizo la tarea.

Todavía ninguno la ha usado, pero no hemos escrito mucho. Pasó esto el otro día: en el examen, un estudiante escribió kilómeters. Esa tilde se ganó mi corazón.

Si la IA le hubiera ayudado, me hubiera perdido la emoción de ver esa palabra en inglés con una tilde que busca el español. Parece tonto, pero no: son esos pequeños detalles en el proceso de aprendizaje mismo, que tiene descubrimientos simples como que en español soñamos con y en inglés sueñan de o acerca de (dream of/about).

A mí me gusta mucho ChatGPT. El mío se llama SquirrelToast. Conversamos en inglés y me explica errores en ese idioma. No siempre le creo, a veces voy a mi amiga a corroborar. Obvio lo lleno de preguntas: por qué está mal esa preposición ahí, por qué no es natural decir esto. El otro día le mostré un relato que escribí porque me divierto con su feedback, es interesante. Se ofreció a mostrarme cómo quedaba con sus sugerencias.

—No. La escritora soy yo.

—Claro, puedo ser un lector que comenta.

—Sí, solo quiero que seas eso, SquirrelToast.

Puedo ser ingenua, pero me parece que el límite está en qué hacemos con esa tecnología. Supongo que siempre se ha tratado de eso: del uso. Por lo menos hasta ahora, con lo que vemos los ciudadanos de a pie.

En el mensaje del resumen, siempre me quedo pensando en el ahorra tiempo.

Por qué quieren que ahorre tiempo, para hacer qué.

Claro, yo sé qué hacer con mi tiempo libre: tengo una montañita de libros sin leer y tres recetas de postres que quiero probar.

Sin embargo, recuerdo el pódcast del que ya he hablado aquí, Cómo sobrevivir a la Inteligencia Artificial, de Roca Project, en el que Jon Hernández, experto en inteligencia artificial, dice que el problema no es económico, sino cultural, de propósito. Encontrar un propósito: saber qué hacer con el tiempo libre que va a quedar por las tareas que la IA haga por nosotros.

Pienso, por ejemplo, en quienes tienen tanto miedo a jubilarse porque qué van a hacer. No encuentran sentido sin el trabajo. Y pienso que quizá es eso lo que nos falta como sociedad: entender la importancia de tener una vida más allá del trabajo, de la importancia del ocio, de hacer nada, de tirarse en el sofá a mirar al techo, que es una manera preciosa de pensar. Me gusta mucho este fragmento de Pedro Páramo, de Juan Rulfo.

“—¿Y qué estabas haciendo? ¿Rezando?

—No, abuela, solamente estaba viendo llover”.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/monica-quintero/

5/5 - (1 voto)

Compartir

Te podría interesar