En su libro 18 de Agosto, Gloria Pachón, la esposa de Luis Carlos Galán, narra un sinnúmero de acontecimientos y anécdotas que vivió de primera mano sobre lo que fue el Nuevo Liberalismo y su lucha por dignificar la política. Uno de los relatos más estremecedores es el del discurso en el Parque de Berrío, en el cual, por primera vez, Galán enfrentó a Pablo Escobar y marcó el inicio de la lucha que le costó la vida. Cuenta Gloria:
“El 4 de marzo de 1982 llegamos a Medellín para asistir a una manifestación organizada por Iván Marulanda, director del Nuevo Liberalismo en Antioquia. Se trataba, por una parte, del cierre previo a las elecciones parlamentarias y a la vez del acto más importante después del lanzamiento de la candidatura de Luis Carlos a la Presidencia”.
(…)
Como preparación al acto se había realizado una reunión promovida por personas que deseaban apoyar a Luis Carlos y así se lo manifestaron a Iván Marulanda. Se trataba concretamente del Movimiento de Renovación Liberal dirigido en Antioquia por Jairo Ortega Ramírez. (…) pocos días antes de la manifestación, compañeros de Iván le advirtieron sobre sospechas relacionadas con la idoneidad de quienes integraban ese movimiento (…) Uno de esos candidatos era calificado como narcotraficante. Se trataba de Pablo Escobar Gaviria.
En vista de las sospechas no aclaradas, Iván Marulanda publicó un comunicado en nombre de Galán y del Nuevo Liberalismo explicando la decisión de rechazar el apoyo del Movimiento de Renovación Liberal dirigido por el señor Jairo Ortega Ramírez que proponía como uno de sus candidatos al Congreso al señor Pablo Escobar Gaviria.
En nuestra conversación previa al encuentro en la plaza, Luis Carlos, enterado ya de la situación, me había advertido sobre la decisión que anunciaría frente a miles de personas. Sus primeras palabras fueron para agradecer al núcleo inicial, Iván Marulanda, Silvio Mejía y otros jóvenes afines a esta línea política —dirigentes Nuevo Liberalismo en Antioquia—(…)
En seguida abordó el problema:
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“No somos aventureros de la política a quienes lo único que les importa es sumar votos sin preguntar si hay coherencia en las posiciones políticas de quienes nos los ofrecen. Preferimos perder esos votos, pero no perder nuestra autoridad moral para defender la restauración democrática de este país.
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Les dimos la oportunidad de rectificar los errores que estaban cometiendo y no pudieron ni quisieron hacerlo y por esta razón quiero que el pueblo antioqueño sepa muy bien que las listas, primero del Nuevo Liberalismo, encabezadas por Iván Marulanda para Senado y de Antioquia Liberal por Galán, encabezadas por Jesús Vallejo, realmente están comprometidas hasta las últimas consecuencias y sin claudicaciones con estas tesis políticas que no nos pertenecen a nosotros simplemente sino que son un mandato del pueblo que ha confiado en nosotros y que espera que llevemos estas banderas a la victoria para redimir el país, para transformar a Colombia” (…)’
Como relata Gloria Pachón, fue Iván Marulanda quien alertó a Galán sobre Pablo Escobar y quien lo expulsó del Nuevo Liberalismo. Se enfrentó a Escobar en su propia ciudad y defendió las banderas del Nuevo Liberalismo como Presidente del Concejo de Medellín. Como cuenta el propio Iván, dos veces trató el cartel de Medellín de asesinarlo en la sede del partido. Arriesgó su vida y hoy es uno de los pocos sobrevivientes que dieron esa pelea histórica hombro a hombro con Galán, de quien era compañero en el Senado en el año en que lo asesinaron. Si alguien tiene autoridad para hablar del Nuevo Liberalismo es Iván Marulanda, autoridad que no es gratuita o heredada, sino que proviene de la legitimidad que le da su propia historia.
Su testimonio ante el Consejo Nacional Electoral fue fundamental para revivir al Nuevo Liberalismo, por la sinceridad, la coherencia y la contundencia con la que relató los hechos que vivió en carne propia, y que trae como recuerdos que se guardan por años, que al salir hacen que se le quiebre la voz en plena audiencia: al contar la historia de los amigos que tuvo que enterrar por la lucha que dieron. Algunos han pretendido usar ese testimonio para desvirtuar reflexiones que se les hacen incómodas. Ojalá respeten el dolor de quien lloró a sus compañeros y entiendan la legitimidad con la que dice que el Nuevo Liberalismo no es una herencia para unos pocos sino un legado para todo un país.
Iván cuenta que Galán discutía las decisiones con sus copartidarios del Nuevo Liberalismo y que, antes que imponer su parecer, buscaba que se dieran intensos debates en los que construían colectivamente las posiciones del partido. Precisamente de esa deliberación es de donde surgía la fuerza de los argumentos con los que Galán abordaba a la Nación. Cabe recordar una de sus frases más poderosas: “Un partido no le puede prometer a un país lo que no puede conseguir primero para sí mismo.” El Nuevo Liberalismo debe ser un espacio democrático, amplio, en el que todos hagan parte de las decisiones y donde no se impongan intereses individuales por encima de los intereses de la Nación, porque de lo contrario, me temo que no habrá resurgido el partido que construyeron Galán, Lara e Iván.Como escribí hace unos días en otra columna: “La Corte abrió un camino de esperanza y hay que cuidar ese camino. Galán nos dice desde la eternidad ´ojo con esa oportunidad que tienen, que acarrea la responsabilidad enorme de respetar y defender el legado de quienes dieron su vida por esas ideas´”.’