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Superyates super inmorales

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Negar que las super-riquezas son inmorales es otra forma de inmoralidad. Creer que los super ricos crean “super valor” y profesar el dogma de que cuando sube la marea todos los barcos flotan es negar la evidencia: de acuerdo con los estudios de Oxfam, una organización que trabaja para acabar la injusticia de la pobreza, mientras las fortunas de los billonarios crecen $2.7 billones de dólares al día, 1.7 billones de trabajadores tienen que apañarse para seguir alimentándose y pagando servicios básicos en países en donde la inflación supera los salarios.

Según los datos del Banco Mundial la pandemia provocó el mayor aumento de la desigualdad desde la Segunda Guerra Mundial: el 1% más rico se ha quedado con el 63% de la riqueza generada desde el 2020. En el reporte de Oxfam se muestra cómo noventa y cinco corporaciones de la industria de la alimentación y la energía hicieron 306.000 millones de dólares en beneficios extraordinarios y pagaron el 84% a sus accionistas ricos después de la crisis del Covid. Dar a conocer esta información no es promover el odio de clases, por el contrario, es hacer que despierte la empatía hacia quienes se parecen más a nosotros. 

Tener una casa propia, una pequeña o mediana empresa que genera empleo digno, querer ahorrar para tener una vejez tranquila y apreciar los momentos de ocio no es ser rico y, por supuesto, no es ser super rico. Si tienes que levantarte todos los días a trabajar para poder vivir tal vez no te pareces tanto a Elon Musk, que según el mismo estudio que cité al principio de esta columna, gana 2400 millones de dólares al año y tiene una tasa impositiva real del 3%; te pareces más a Aber Christine una vendedora de harina ugandesa cuyo ingreso mensual es de 80 dólares y su carga impositiva real es del 40%. Y es al lado de Aber Christine y de todas las personas como ella, de quien te deberías parar cuando votes, cuando consumas. Cuando te imagines el mundo. 

Parafraseando a Gabriela Bucher: aumentar la carga impositiva a los super-ricos y a las grandes corporaciones es la única salida a nuestra crisis. Para hacerlo hay que derrumbar el mito que hace que algunos crean que reducir los impuestos de los que más tienen va a hacer que su riqueza se “derrame” y genere beneficios para todos. Una vez más: hay que alterar el relato. De la riqueza, de la acumulación, en últimas de lo que significa tener una buena vida. 

Propongo empezar por algo sencillo. Adoptemos la perspectiva de Bucher y reconozcamos el trabajo de Oxfam que hoy nos permite decir, con argumentos, que cuarenta años de recortes en impuestos para los más ricos han demostrado que cuando sube la marea solo los superyates flotan.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/valeria-mira/

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