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Uno de los aprendizajes más poderosos que he tenido en mi vida, es que no todo lo puedo solucionar con mis propias acciones, que no todo está en mis manos ni en mi control. Suena tan lógico que no valdría la pena darle muchas vueltas. Pero la mayoría vivimos como si lo contrario fuera verdad. Nos enojamos cuando perdemos el control. Queremos que los demás sean como nosotros queremos. Que las cosas nos salgan bien.

En ocasiones estamos tan metidos en nosotros mismos, que nos es difícil aceptar cuando algo se nos sale de las manos. Cuando la influencia de otras personas, de las situaciones, del clima, o de lo que sea, viene a perturbar nuestra cuidada burbuja. La frustración que eso genera, suele incluso ser peor que lo que pasó en realidad, es la que nos quita la paz.

Esto se ve representado en todas las esferas de la sociedad y de la vida de cada uno, pues intentamos continuamente tener el control de lo que pasa y luchamos contra todo lo que nos lo quite. En la situación en la que estamos enfrentando, con los problemas sociales y ambientales, no es diferente. Estamos buscando todo tipo de soluciones y acciones para tratar de solucionar, a veces buenas, a veces no tanto, pero todas con una buena intención. O eso espero.

El riesgo aquí está nuevamente en lo que mencionaba antes. Al dejarnos absorber por el ego de nuestras propias capacidades, pretendemos que todo debe pasar por nuestras manos, pero muchas veces, la mejor solución es posiblemente no hacer nada, o dejar de hacer tanto. Y soltar.

Si dejamos a la naturaleza tomar las riendas y cumplir las funciones que ha venido cumpliendo por millones de años, tal vez así, podemos lograr ese equilibrio y armonía que tanto necesitamos. Tal vez así, podemos encontrar esas maneras de ser parte del mundo natural, en el que todos nos cuidamos unos a otros y vivimos en sinergia.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/

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