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Para escuchar leyendo: El Almirante Padilla, Rafael Escalona.

Cuando Medellín se caía a pedazos por cuenta de la cabra loca que estaba suelta en el piso 12 del Centro Administrativo Distrital, Ana Cristina Restrepo atinó, en una espectacular columna en El Espectador, a ejemplificar una situación que hoy está más viva que nunca: …Pero al alcalde lo ilumina la misma estrella de Nicolás Maduro: una oposición torpe, bravucona. Patriarcal como su perseguido, lo victimiza y distrae…

En ese entonces, tal como ahora, el renunciado le marcaba la agenda a la ciudad con alguna de sus locuras; con un trino, un video, una declaración o con el ridículo de tirar al suelo algún computador. Sabe, y lo sabe bien, cómo jugar con la opinión pública, tiene a su merced y a su gusto los trinos y la atención de quienes se ubican como sus opositores, porque ninguno ha entendido que ese nefasto personaje los tiene justo donde quiere: haciéndole desde Medellín su campaña presidencial.

A ver, seamos realistas, por supuesto que sabía que ese tal helicóptero no lo perseguía, pero todos en el gobierno municipal, empezando por el alcalde, salieron presurosos a responderle en redes, a ponerlo en la agenda, a entregarle la viralidad y la atención que tanto necesita. Porque hombre, definamos algo claro, ese oscuro personajillo no solamente vive de oxígeno, también de la atención mediática que tanto lo distrae de su propia tragedia, la de nunca encontrarle satisfacción a su alma vacía.

Pero no hemos entendido, no logramos entender durante su noche sombría de cuatro años y no lo hemos podido entender ahora que se fue. No hemos entendido que, a él, y a todos sus cómplices, hay que dejarlos en la oscuridad de su desdicha, que solo debemos mencionar sus nombres para procurar que la justicia los haga cumplir lo que le deben a la ciudad. No, él no nos ha soltado y añora con seguir destruyendo todo aquello que funciona (o funcionaba) en Medellín, porque nos odia a los medellinenses, porque representamos como sociedad todo aquello que él nunca logrará ser, porque Medellín es mucho más grande que él y esto el renunciado lo encuentra imposible.

Soltémoslo nosotros, concentrémonos a reconstruir todo lo que la cabra loca y sus cómplices destruyeron, empezando por la confianza ciudadana y el sentido de pertenencia.

Alcalde Federico, usted y su equipo tiene todo, todo, para volver a poner de pie a esta ciudad que tanto lo necesita. A Medellín la hirieron en lo más hondo de su dignidad y humillaron hasta más no poder, nos hicieron retroceder 20 o 30 años, no le pare más bolas al renunciado, que eso es lo que busca. Hagamos equipo entre todos, porque Medellín lo merece, porque Medellín lo necesita.

¡Ánimo!

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/santiago-henao-castro/

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