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Esta no es una columna de opinión. Es una carta de despedida como homenaje a una de las mujeres más sabias y estupendas que he conocido. Nos dejó esta semana. Murió en paz, murió tranquila. Rodeada del mismo amor que entregó, con la certeza de que la muerte no es lo que importa, sino la vida y cómo la vivimos.
Sofi, si algo he aprendido de la vida, es la importancia de decir las cosas a tiempo. Por eso te escribo esta carta (ella la leyó días antes de morir), en un intento de mantener una última conversación contigo como lo hacen las grandes amigas: con palabras sinceras, con cariño y gratitud y, por supuesto, con mucha nostalgia.
Quiero agradecerte por tu amistad estos años, por tu alegría infinita, por tu amabilidad y hospitalidad, por abrirme las puertas de tu hogar y hacerme sentir valiosa, importante, apreciada. En ti siempre encontré una amiga dispuesta a escuchar y a reírse con mis ocurrencias. Gracias por tu familia, que hoy es también la mía.
Gracias por presentarme a Sándor Márai, un autor que se quedó en mi biblioteca personal gracias a ti y al fantástico libro que me dijiste que leyera en uno de los paseos que hicimos a la playa: El último encuentro. Yo tenía un objetivo, que no pude cumplir, hacerte querer a García Márquez. Sin embargo, sé que tú, con tu inmensa sabiduría, sabías muy bien a mí por qué me gusta tanto: porque tú me enseñaste a entender que uno no tiene qué agradarle a todo el mundo para ser valioso. ¡Qué regalazo me diste, Sofi!
Tú me hiciste ver que uno es como es y si a alguien no le gusta, no es problema de uno. Gracias a ti aprendí a abrazar la autenticidad propia y la de los otros, y a no cargar con lo que los demás piensen de mí. Eras una maestra en soltar, en dejar ir. Yo apenas estoy aprendiendo.
El día de mi muerte deseo ser capaz de enfrentarla con tu misma valentía. Me sorprenderá siempre la manera como elegiste irte, pero más aún, recordaré, en estos diez años que compartimos, la forma como viviste: atenta, hospitalaria, alegre, dispuesta, desprendida, imperturbable, honesta, crítica, sabia, entregada, arriesgada, sencilla, estoica.
Te buscaré en la sonrisa de Camila, en la mirada de Natalia, en la alegría de Santiago, en la inteligencia de Emilia, y te encontraré en el corazón de Fidel donde permanecerás intacta hasta que se reencuentren.
Gracias, Sofi, por tu luz radiante y potente que colmaba y envolvía como sólo las estrellas más luminosas pueden hacerlo, y por todo el amor que dejas en la memoria de tantos seres que te amamos expandiéndose por todas las galaxias. Te quedas para siempre.
In memoriam, Sofía Pérez Llano, 1951-2023.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/amalia-uribe/