La voz meliflua, zalamera casi. Tiene las manos en la mesa, una sobre la otra. Está envuelta en esa especie de abrigo gris que se ajusta cada cierto tiempo, para mantener las formas, el aspecto.
—La veo como… —adelanta el periodista al inicio de la entrevista, también con algo de zalamería.
—Rozagante —le complementa ella, mirando a la cámara.
—Cambiada —termina él su frase.
Todos sonríen.
Y luego, la pérdida de la compostura, la voz in crescendo, hasta que suelta la frase, o la mentira mejor, la argucia tramposa: «¡No me diga, jamás, que el Estado aniquiló la Unión Patriótica!». Tiene el dedo índice de la mano izquierda en alto. Es, a todas luces, una advertencia.
El fragmento de la entrevista de la congresista y precandidata a la presidencia por el Centro Democrático, María Fernanda Cabal, con el editor general de La Silla Vacía, Daniel Pacheco, saltó de pantalla en pantalla y con él su muestra de negacionismo, su interés descarado en reescribir la historia, en mentir abiertamente para… ¿Para qué?
Negar la connivencia de organismos del Estado Colombiano en los crímenes que terminaron con la muerte de más de 5.000 personas pertenecientes a la Unión Patriótica es, cuando menos, una vileza; cuando más, un intento grosero por borrar un pasado no muy lejano de violencia y exterminio de los opositores políticos, con todo lo que se desprende de ello: la revictimización de los sobrevivientes y la tergiversación de la verdad histórica y judicial, tan necesaria para transitar el camino hacia la esquiva reconciliación que se merece este país, que nos merecemos los colombianos.
En el año 2022, la Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró culpable al Estado colombiano por el genocidio cometido en contra de los militantes de la UP. Las investigaciones encontraron que hubo miembros del ejército implicados, uso de inteligencia militar y apoyo paramilitar para llevar a cabo no pocos asesinatos.
Dice la congresista —que aspira, con más ilusión que certeza, a ser la ungida por su líder para competir por la presidencia— que aquello no es cierto.
—¡No está probado lo que usted dice! —le recrimina al entrevistador luego de haberle dicho que tiene cemento en el cerebro.
Y pasa a reescribir los hechos alegando que lo que es verdad es «fascismo histórico», y que «la Corte Interamericana de Derechos Humanos está capturada por la izquierda» e influenciada por cabilderos… Ignora —y no dudo que sea a propósito— que el conocimiento que se tiene sobre los hechos no son ideas sueltas o ensoñaciones de desquiciados, sino el rastreo juicioso de las huellas que dejaron los criminales.
Dice el informe Todo pasó frente a nuestros ojos. Genocidio de la Unión Patriótica 1984-2002 (disponible para todo aquel que lo quiera leer, incluso la senadora Cabal), que «la documentación de los casos combinó y contrastó fuentes institucionales como la Fiscalía General de la Nación con los testimonios de las víctimas y las versiones libres de los desmovilizados en el marco del Sistema de Información de Justicia y Paz, la base de datos de investigaciones disciplinarias de la Procuraduría General de la Nación, el Sistema de Alertas Tempranas y otras publicaciones de la Defensoría del Pueblo, la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, la Unidad para la Atención y Reparación Integral a Víctimas, el Tribunal Superior de Bogotá, el Consejo de Estado, Juzgados municipales y departamentales, el Observatorio de Derechos Humanos y DIH de la Vicepresidencia de la República, la Policía Nacional y las alcaldías de Medellín y Bogotá con los trabajos de memoria del Museo Casa de la Memoria y el Centro Distrital de Memoria, Paz y Reconciliación», además de la información existente en nueve diferentes periódicos y el trabajo de otras tantas ONG.
Y entonces suelta al aire la congresista y precandidata que a los de la UP los mataron las Farc y el ELN, cuando las investigaciones muestran que entre 1984 y 2002, los tres principales responsables de la violencia contra los militantes de la UP fueron grupos paramilitares, agentes del estado y la connivencia entre esos dos actores del conflicto.
¿Por qué hace eso la senadora Cabal? ¿Para qué? Ese negacionismo tiene una intencionalidad que va de la exculpación de los victimarios a una deriva política basada en la reinvención de los hechos para congraciarse con sus jefes políticos y sus posibles votantes, a la par que engaña a sus huestes. Así que sí se lo digo, señora precandidata: el Estado colombiano, por acción y omisión, participó en el exterminio de la Unión Patriótica. Negarlo solo es posible en dos circunstancias: por ignorancia o por maldad. Y creo que usted, señora Cabal, no es una ignorante.
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