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José Valencia

Ser político: una carrera de desincentivos

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“Ah, es que ese está en campaña” es una respuesta bastante común y despectiva frente a quienes intentan hacerse notar en el mar de la opinión. Como sociedad estamos predeterminados para rechazar la política y para mirar con desconfianza a quien allí se meta, algo hasta comprensible dada la suciedad que por ahí corre. Sin embargo, nos deja completamente vulnerables, pues le dejamos la participación política a los peores individuos.

Quien quiera ser político en Colombia debe enfrentarse a una carrera de obstáculos dignos de La Odisea. Incluso, si escoge alejarse del camino clientelista, decepcionará a una parte de su círculo, que espera recibir beneficios por estar en la rosca, como dicta la costumbre. Y aunque permanezca honesto, otro sector de sus conocidos siempre lo mirará con sospecha, porque piensan que todos son iguales, aunque no lo parezcan.

También hay desincentivos económicos. Las entidades públicas empezarán a desconfiar para contratarlo, pues no pueden favorecer a un determinado grupo político. Para el sector privado, el aspirante a político será una especie de parásito a la que, con muchísima suerte, le ayudarán con alguna donación dos meses antes de las elecciones. Como buitres esperando un cadáver estarán los dueños de las maquinarias, dispuestos a ofrecer un salvavidas económico que después cobrarán con los peores intereses.

Incluso, aunque los sueldos del sector público son altos para el promedio colombiano, una persona bien capacitada probablemente encontrará mejores remuneraciones en el sector privado; otro desincentivo. Tampoco podemos olvidar la amenaza de los entes de control, manejados por grupos políticos y prestos a sancionar a sus competidores, ignorando escándalos de tamaño de elefantes de los suyos y encarnizándose con quienes no se pliegan a sus intereses, sin importar pasar sobre la verdad. La cana como amenaza.

Peor aún, quien intente la carrera política y fracase o se arrepienta, quedará marcado de por vida, no hay vuelta atrás. Pues cada que intente abrirse paso en un camino diferente será frenado porque no se puede permitir la admisión de un político en ningún lado, esa gente sucia…

Y así nos va, los mejores ciudadanos se quedan asqueados en la barrera, mientras en el ruedo quedan los toreros sin ningún escrúpulo repartiéndose nuestro Estado. Y no cambiará hasta que incentivemos a la gente a hacer política, que ya bastante ingrata es por sí, y no necesita que la sociedad le complique más el camino a quienes con seguridad lo harían mejor.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/jose-valencia/

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