Señor Petro, hablemos de discapacidad

Señor Petro, hablemos de discapacidad

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Respetadísimo Señor Gustavo Petro, aunque sé que nunca va a leer este texto, ni usted ni nadie cerca de su campaña, quiero hacer uso de la libertad que hoy me dan las palabras para hacerle preguntas que, según parece, pocos o nadie le han hecho hasta ahora. Quizás sea ingenuo de mi parte dirigirme a usted, quizás resulte ofensivo para muchos que no lo haga de igual manera con su oponente Rodolfo Hernández. No lo hago, y espero dejarlo claro de entrada, porque estas dudas me asaltan con especial premura cada vez que usted, el candidato que promueve el cambio por la vida, se refiere a la dignificación como parte de su gobierno. No voy a hablar de ideologías ni de partidos, tampoco de aliados, nada de lo que tanto se escucha por ahí y que ha terminado por convertirse en ruido. Quiero hablarle de la vida, esa, la que usted promete dignificar. Quiero hablarle de la vida con discapacidad.

No voy a dar números, porque es precisamente eso, la conversión a cifras, lo que nos ha hecho invisibles. Solo haré una salvedad con las cifras para decir que las personas con discapacidad somos el 15% de la población mundial, lo que nos convierte en la minoría más extensa del mundo, y la que hoy, a pesar de esa evidencia, es prácticamente inexistente en su plan de gobierno. Para las cifras está en DANE, cuyas estadísticas ya encierran parte de la problemática que adolece a la población en situación de discapacidad de nuestro país: hacer un censo exacto y riguroso de la población con discapacidad es difícil cuando no se tienen claras las múltiples formas de discapacidad y se reducen a unas pocas casillas que algunos de nosotros optamos por no llenar, porque no corresponde a nuestra condición particular. Volviendo al tema de su plan de gobierno, es curioso que dentro del término “diversidades” usted decida abarcar tanto las diversidades de género como la discapacidad. Pero además sorprende, y lo digo con honestidad, la certeza que tiene al proponer: “Garantizaremos sin ninguna discriminación el acceso universal y gratuito y la permanencia de la niñez y la juventud (con discapacidad) dentro del sistema educativo”. Vamos a ignorar el hecho de que su propuesta, que realmente no comprende propuestas alguna, no toca temas transversales como el acceso al sistema de salud, la accesibilidad, el deporte, etc…

Poco más de la mitad de la población discapacitada en Colombia vive en condiciones de pobreza y no cuentan con recursos para su auto-cuidado, por lo cual es común que las madres con niños en situación de discapacidad deban abandonar sus empleos y dedicarse de lleno a su cuidado. Entendiendo que la pobreza hace difícil la adaptación de espacios y herramientas que permitan el libre desplazamiento, en Colombia es una realidad que miles de niños en situación de discapacidad no tienen manera de salir de sus hogares, mucho menos utilizar un transporte público. Además, es bien sabido (soy testigo de ello) que los sistemas de medicina prepagada no reciben usuarios con preexistencias médicas, por lo cual la inmensa mayoría de los niños que tienen condiciones congénitas, aunque tuvieran recursos económicos, quedan automáticamente excluidos de este beneficio. Así las cosas, tener una discapacidad en Colombia constituye una doble dificultad para acceder a un sistema de salud integral.

Volviendo a su párrafo sobre la educación libre, gratuita y universal, y asumiendo que no existieran los contratiempos mencionados anteriormente, mis preguntas son: ¿Sabe usted que hablar de discapacidad significa abarcar un espectro muy amplio? ¿Sabe que, por ejemplo, existen discapacidades funcionales, físicas, cognitivas, congénitas y/ o adquiridas? ¿Sabe que de cada una de esas categorías se desprenden muchas otras? Teniendo eso en cuenta, ¿cómo acceden los niños con discapacidad al colegio en el marco de su gobierno? ¿Contempla usted las condiciones de vivienda que garanticen, como usted lo dice, la permanencia en el espacio académico? ¿Cómo se transportan y quién garantiza su bienestar físico? ¿Cuánto es el presupuesto asignado a la adaptación de las instituciones educativas para hacerlas accesibles? ¿Cuánto es el presupuesto asignado para capacitar al personal docente? Volviendo al tema de las diferentes categorías, ¿cómo tiene pensado asumir el enfoque diferencial en los procesos pedagógicos? ¿Cómo piensa preparar a los maestros para recibir niños con discapacidades visuales, auditivas, espectros de autismo, parálisis cerebral, entre otros? Cuando habla de la no discriminación, ¿de qué manera piensa abordar la inclusión en el aula de clase?

Judith Heuman, promotora del A.D.A (Americans with Disabilities Act) deja claro que existe un bache inmenso en las propuestas de gobierno que pretenden erradicar la exclusión de niños con discapacidad en las instituciones educativas. Su gran incógnita es: ¿cuántos maestros con discapacidad serán contratados? ¿Cómo se adaptarán los espacios para que ellos participen activamente de la experiencia pedagógica? Es curioso, porque creemos suficiente con exigirle al Estado una educación digna para nuestros niños, pero pocas veces nos preguntamos por el aporte académico y humano de maestros con discapacidad en el proceso escolar y universitario.

Por último, ¿cómo espera vincular esta estrategia de la educación gratuita y universal para niños y jóvenes con discapacidad con la brecha laboral? Vuelvo a hacer una salvedad con las cifras para contarle que el 70% de las personas con discapacidad en el mundo están en situación de desempleo. Y en este, como en muchos otros temas, usted carece de una propuesta.

Es triste ver en las calles lo mucho que la gente está depositando en sus ideas del cambio. Es triste, sobre todo, que la propuesta de cambio para la minoría más grande del mundo se resuma en un párrafo mal redactado y pobre de ideas. Especialmente cuando se trata del candidato que ha procurado llevar la bandera de la dignificación.

En fin, como seguramente no leerá nunca mi texto, tendrá que bastarme con que otros sí lo hagan, y, al menos, entre algunos podamos rellenar esos espacios que su gobierno ha dejado en blanco, y que otros candidatos después de usted seguirán haciéndolo.

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