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No termino de entender si lo dice en serio o si es que, acaso, le ha ganado el personaje a la persona. Si el ser que creó para ganar elecciones superó para siempre a la mujer.

En el Niágara de información y el tsunami de desinformación que corrieron entre el jueves y el viernes (desde la falsa noticia de los magistrados evacuados en helicópteros hasta las exageraciones del fin de la democracia), se cuela un trino de la senadora María Fernanda Cabal: «A este país le falta un General Arias Cabrales y un Coronel Plazas que le digan al país “manteniendo la democracia Maestro”. Que defiendan la Justicia de los violentos como en 1985».

Y no sé yo, digo, si la congresista cree en lo que dice o lo que dice es para satisfacer las fobias de los que la votaron ayer y votarían por ella mañana para verla en posiciones de más poder.

Está claro ya que los hechos parecen no importar. Que ya no se trata de ocultar las verdades, sino de trastocarlas según el antojo. Que lo que pasó puede ser alterado para decir lo que yo quiero que haya pasado. Verdades alternativas, las llamó Trump. Noticias crudas, como las llamó Vicky Dávila. Reinvención del pasado para que coincida con lo que me interesa del presente y me sirva para lo que quiero en el futuro. Citar al orwelliano Ministerio de la Verdad ya es casi un lugar común.

Olvida la senadora —a propósito— que la justicia ya se pronunció sobre las actuaciones de Arias Cabrales y Plazas Vega en la retoma del Palacio de Justicia. Remueve en las cenizas de un incendio que no han dejado apagar del todo los que se resisten a que salga a flote toda la verdad y prefieren su pedazo de relato, ajustado a sus intereses e intenciones.

Hay un cuadro de Pieter Brueghel de Oude —Brueghel el Viejo— en donde un ejército de calaveras están dando fin a una batalla contra los humanos. Los cazan aquí, los torturan allá, los ejecutan más allá. El triunfo de la muerte, se llama la obra.

El reclamo de la congresista, pidiendo hoy que vuelvan los criminales de ayer con sus formas y sus modos, es como convocar a ese ejército de osamentas, heraldos de la muerte, quizá con la intención de volverlos a condecorar.

***

Una adenda. Se equivoca el alcalde Gutiérrez en su comunicado al sumarse a quienes comparan la desafortunada y equivocada marcha para exigirle a la Corte que eligiera de una vez una nueva fiscal con la toma del Palacio de Justicia. Los hechos y las condiciones difieren lo suficiente para que dicha comparación sea un sinsentido.

Lo hace, intuyo, con conocimiento de causa. Sabe que le favorece a su popularidad decirlo y que incluso parte de sus votantes esperaban que lo hiciera. Federico parece andar el camino de su pasada alcaldía, yendo de golpe de efecto en golpe de efecto, para recoger los vítores de sus aúlicos. La ciudad tiene asuntos urgentes que atender, pero mientras tanto el alcalde está más interesado en decomisar baretos y en apoyar al fiscal saliente y a la cuestionada vicefiscal que quedará encargada. Pensará Gutiérrez que cada round que pierda su adversario es un triunfo que celebrar. ¿Creerá él —y tantos otros que piensan similar y a quienes les suele preocupar mucho la institucionalidad— que es bueno para la Fiscalía quedar en manos de tan cuestionado personaje?

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/mario-duque/

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