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Internet está lleno de inquisidores de la opinión. Están disponibles en cualquier red social y a cualquier hora para esculcar hasta las más recónditas publicaciones. Políticos, opinadores, figuras públicas de cualquier nivel y área son sus víctimas predilectas; a veces ni la gente común y corriente puede salvarse de ellos.
Todo lo que publicas en internet queda almacenado eternamente en la web y a disposición de los inquisidores para su revisión, análisis y crítica. Estos se regocijan en el “¿este eres tú?” y en el “siempre hay un trino”; depredan opiniones pues son amantes de la contradicción ajena y de la falacia propia.
Pongamos un ejemplo. Desde su posición como congresista, Catherine Juvinao critica la reforma a la salud del gobierno Petro y su mal manejo del sistema actual; cada que lo hace, decenas de inquisidores intentan descreditar su opinión y limitar su capacidad de agenda utilizando un tweet de hace años donde hablaba mal de las EPS.
También, muchos líderes de opinión son susceptibles de caer en la trampa de la inquisición y se alegran cuando algún comentario criticable ha sido desenterrado de la cuenta de sus contrincantes. Además no faltan en Colombia personas que no piensan dos veces antes de compartir una supuesta publicación con tal de contradecir a otros, no sólo son intolerantes del cambio de opinión sino que caen redondos ante los contenidos falsos y mal intencionados.
Los inquisidores no entienden que se vale cambiar de opinión. Creen que los seres humanos son mentalmente estáticos, que las opiniones de un adolescente descuidado deben marcar su vida adulta o que el yo universitario habla siempre por el yo profesional. Hay pocas cosas más naturales que dejar de pensar como ayer, evolucionar mentalmente; pero esto es inconcebible para la inquisición de las redes sociales.
Yo me enorgullezco de cambiar de opinión, no me da pena reconocer que más joven publiqué cosas que hoy veo como barrabasadas. No sólo esto sino que creo que hay gran riqueza en cambiar de opinión, es deseable para la sociedad -e individualmente- que estemos en constante transformación, que retemos las ideas del pasado lejano y cercano.
Yo quiero más líderes que cambien de opinión, que sean críticos de sí mismos y de sus pares. Adelante quienes no borran las publicaciones de hace años, adelante quienes se reconocen falibles y buscan mejorar. Si usted al igual que yo es fanático del debate público le digo: no caiga en la inquisición de la opinión, no promueva los falsos dilemas ni compare peras con manzanas; se vale cambiar de opinión y hacerlo es un reto que todos deberíamos asumir de vez en cuando.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/