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El primer partido de fútbol que fui a ver al estadio fue en el año 2011, creo -porque tenía 13 años y la memoria me falla- que fuimos a ver a Argentina jugar en el mundial Sub-20 contra Corea del Norte. Puedo contar con las manos las veces que he ido a estadios. Cuando uno es hincha de Millonarios en Medellín, no crece con la costumbre de ver a su equipo en vivo y en directo. Siendo así, he ido tal vez tres veces a ver a Millonarios en el Polideportivo Sur, dos veces al Atanasio, una al Alberto Grisales y una al Campín. Es decir, he ido tantas veces al estadio en toda mi vida como puede fácilmente ir un hincha de Medellín o Nacional en un semestre.
No soy autoridad en temas de hinchadas, no pertenezco a una barra ni tengo un combito, es más, desde hace varios años me he venido desencantando de nuestro futbol; hay que aceptar que es muy malo y da rabia que sea así porque tiene todo para ser mejor, pero la gente con poder en el mercado futbolístico no deja. Puedo hablar poco de fútbol, tal vez en las redes sociales y las noticias de todas las semanas, noto que se ha normalizado la violencia en la cultura del fútbol.
La violencia barrista en el fútbol no es nueva, ni sólo colombiana; es un ingenuo quien no vea que hay países iguales o peores que nosotros en esta materia. El punto es que el hecho de que el fenómeno no sea exclusivo de nuestra sociedad, no nos debe llevar a normalizar su gravedad.
Tenía alrededor de 14 años cuando fui por primera vez al Atanasio con mi papá y mi hermano a ver a Millonarios, que jugaba contra Medellín. Recuerdo que nos hicimos en occidental, de pronto en la zona preferencial o bajo esta. Creo recordar también, que iba con camiseta de millonarios bajo un saco negro -igual, no se necesita camiseta para saber quiénes es quién-, el resultado del partido se me escapa. Lo que no se va de mi memoria fue la insultada que me metieron; no olvido que fue gente adulta. Hoy pienso qué le pasa a alguien en la cabeza para insultar a un niño.
Tuve otra experiencia rara empezando la universidad, me había unido al equipo de rugby y me pareció buena idea ir con camiseta de Millonarios, tal vez porque jugaba ese día o porque era una camiseta que igual me iba a cambiar en el entreno. En la esquina de mi casa un señor que iba caminando al otro lado de la calle me gritó: ROLO MARICA. En el bus a la universidad un man me dijo: hijueputa. Cuando llegué a la práctica le conté a los compañeros y se burlaron, es más, me echaron la culpa por usar camiseta de Millonarios en Medellín. ¿Por qué es de conocimiento general que es mala idea usar camiseta de Millonarios, o de Cali, o de otros equipos en nuestra ciudad?
El 19 de marzo de este año se presentó un hecho lamentable en El Campín: un jugador de Rionegro Águilas se acercó a la tribuna a entregarle su camiseta a un niño que estaba acompañado por su padre. Acto seguido, un grupo de desadaptados se la montaron al pelado, lo insultaron al él y a su papá, los amenazaron, al punto que debió intervenir la policía. Aunque gestores de convivencia y oficiales de policía trataron de protegerlos, a los varios minutos la situación escaló y la gente empezó a tirarles cosas, por lo que las autoridades decidieron retirar al menor y su padre del lugar. A un niño inocente se le aguó la fiesta del fútbol por cuenta de unos cuantos violentos. Esta historia la relató el usuario @ValderramaFeli en Twitter, quien mencionó que a pesar de que algunas personas intentaron defenderlos, los violentos pudieron más. En Twitter también, @MateoIsazaG relató que en el encuentro entre Independiente Medellín y Deportivo Cali la semana pasada, hinchas de Medellín hicieron redadas pidiendo cédulas para perfilar y hostigar a gente caleña.
Otros sucesos desafortunados alrededor del fútbol se han presentado en las últimas semanas. Este martes 18 de abril, hinchas de Once Caldas invadieron el estadio, golpearon a personas de la logística y agredieron también a algunos jugadores. El 13 de marzo de este año fue asesinado John Alexander Vera Villar en una riña entre hinchas del Nacional y del Pereira. El 22 de marzo, un hincha de Santa Fe fue asesinado con una puñalada, aparentemente a manos de hinchas de Millonarios. El 25, Santiago Vinasco participó y murió en un enfrentamiento entre hinchas del Deportivo Cali y del América. Haciendo una búsqueda rápida, descubrí que sólo en un mes, ocurrieron en el país al menos 3 asesinatos relacionados con fútbol.
¿A qué se debe la ola de violencia barrista que estamos viviendo? ¿Qué papel cumplimos hinchas y no hinchas en ella? A mi parecer, la normalización de la violencia en el fútbol es una de sus razones; todos quienes hemos dicho “pa qué se pone esa camiseta”, “es que a ellos también se los hicieron”, “pasia/rolo/caleño/costeño hijueputa”, hemos contribuido a normalizar esa violencia, llegando al punto de insensibilizarnos. De mi parte, denunciaré la violencia en todas sus formas en mis círculos -aunque no sean futboleros-, me pararé en la raya cuando escuche “pa qué se pone esa camiseta”. Sé que sólo no voy a acabarla, pero yo, y todos quienes lean esta columna, podemos poner un granito de arena en dejar de normalizar la violencia en la cultura del fútbol.
Ojalá que el futbol vuelva a ser una fiesta para todos, porque somos muchos quienes percibimos que se está convirtiendo en el monopolio de unos pocos violentos. Es tiempo de que alcemos la voz.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/