Hay quienes dicen que haber transmitido el consejo de ministros, en directo y por todas las cadenas nacionales, fue una genialidad de Petro. Estoy en total desacuerdo, más bien se trató de uno de los mayores actos de torpeza política que hayamos presenciado en Colombia, pues nos mostró en directo cómo se fracturó el gobierno. Y la política es como la jungla, el animal que se muestra débil y herido se vuelve presa fácil y tiene los días contados.

De hecho, políticas que hace un par de años viajaban en el bus de la victoria, como Francia Márquez o Claudia López, ahora huelen la mortecina y hacen grandes esfuerzos por desmarcarse del gobierno, eso sí, mientras siguen bebiendo del maná burocrático. Sin embargo, más que centrarme en la hipocresía de quienes ahora cambian convenientemente de bando, quiero enfocarme en que esto es motivo de celebración y optimismo, Petro perdió todo su poder y con el, su capacidad de hacer daño.

Luego del circo ministerial, es improbable que el congreso le marche a este gobierno, de hecho, el ministro Cristo desistió de convocar sesiones extras para discutir las reformas de Petro, y la única explicación es su incapacidad para concretar allí una mayoría gobiernista. Las grietas también se ven en hechos como el de Residente bajándose del concierto organizado por el gobierno; o en figuras relevantes que validaron durante años al petrismo, como Carolina Sanín o Margarita Rosa, que ahora dirigen fuertes críticas al mandatario.

Y el escenario tiende a empeorar para Petro, pues su gobierno no es precisamente el más experto llevando las cuentas y deberá enfrentar un terrible escenario no solo de déficit, sino de incapacidad de ejecutar la plata que ya tienen. Dicho en otras palabras, una presidencia que ni raja ni presta el hacha, incapaz de darle solución a cualquier tema. Graves problemas crecen rápidamente, como la inseguridad o el colapso del sistema de salud, y ellos ofrecen como única respuesta echarle la culpa a Uribe, no hay forma de que esa excusa salga bien. Lo curioso, eso sí, es que nada de lo que Petro está mostrando es nuevo. En cierta medida hay que reconocerle honestidad, pues así de caótica fue su alcaldía y sus propuestas en campaña claramente nos llevaban a las tristes consecuencias que vemos ahora. Estábamos advertidos, y aún así, millones se tiraron al abismo del cambio. Hoy vuelven con el rabo entre las patas y los vamos a recibir, pero no vamos a escuchar sus lecciones de moralismo progre, ya nos toca gobernar a nosotros y recomponer el rumbo de Colombia.

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