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Se busca hombre extranjero que fue encontrado ejerciendo explotación sexual infantil en un hotel de la ciudad de Medellín con dos niñas de 12 y 13 años.

Se busca al dueño del hotel por posibilitar que esto ocurra en sus instalaciones y lucrarse de ello, o por actuar con ingenuidad ante los hechos.

Se busca a la red de tráfico de menores que generó todas las condiciones y los contactos para que las niñas y el extranjero llegaran allí; ya que ellas no llegaron solas, detrás de ello existe toda una mafia que se lucra con dichos actos delictivos.

Se busca a los policías que no tomaron preso al extranjero cuando se realizó la denuncia. Sin embargo, se busca con mayor vehemencia a todo el aparato judicial que no ha hecho nada con las más de 700 denuncias que ha recibido en los últimos años sobre explotación sexual infantil en Medellín.

Se busca a las familias y la red de apoyo de ambas menores que no pudieron generar un entorno de cuidado para que esto no ocurriera; pero no sólo a ellas, sino a todas las redes de apoyo familiar, comunitario e institucional, que deben proteger la vida de las infancias.

Se busca a Migración Colombia y al Estado colombiano por no generar acciones de seguridad con el ingreso de extranjeros; y ni que hablar, de la corresponsabilidad que tienen los países de orígenes de aquellos inmigrantes para controlar las actividades que realizan sus ciudadanos en nuestras tierras.

Se buscan a todos los misóginos que consideran que los cuerpos de las mujeres son sólo para el goce de los hombres; que piensan que son para abusar, cosificar, vender y desechar a cualquier edad. Se buscan a los misóginos coloniales que creen que pueden hacer todo lo anterior en tierras de mayor vulnerabilidad, con mujeres empobrecidas, con menores de edad sin red de apoyo y sin Estado.

Por esta razón, sanciones para todos los implicados directamente en este caso. Cierre permanente para los establecimientos que se lucran con delitos sexuales ejercidos a menores de edad; barreras de ingreso a nuestro país a personas extranjeras que tiene como único fin el turismo sexual en nuestra ciudad.

También, juicios éticos, públicos y morales para el Alcade que tiene mucha contundencia para estigmatizar y tomar acciones contra mujeres que “rompen vidrios” pero no contra extranjeros que abusan de menores; para aquel que estigmatiza el consumo de sustancias en parques públicos, pero no sanciona la explotación sexual que se pasea en los mismos.

Pero especialmente, un llamado para este país paisa que es capaz de sacar una “vaca” para una vía, pero es incapaz de tomar acciones sobre los delitos que acá suceden. Para este país paisa paraco, narcotraficante, delincuente y clasista, que se ha construido y lucrado a partir de explotar a las poblaciones más vulnerables, a las mujeres más empobrecidas, a las familias con más aprietos, a los jóvenes con hambre, a los niños y niñas que juegan solos en sus casas y en las calles, porque no tienen cuidadores, pero a su vez, desprotege a las cuidadoras.

Esta ciudad narca, que le gusta serlo, la cual se enorgullece de tener comercio, turismo y visión de emprendimiento, aunque muchos de estos negocios se sostienen a partir del lavado de activos desde hace 40 años. Aquella que es capaz de llamar a los delincuentes empresarios cuando les conviene y les impone a las mujeres una estética de plástico y a los hombres una de carros, motos y cadenas de oro.

Medellín medática, que ahora habla muy duro sobre lo acontecido, mientras espera el nuevo chisme de Maluma o Karol G, otro accidente en una vía, otro extranjero abusando u otra mujer asesinada. Esta ciudad, que esperará de qué hablar esta semana mientras llega el viernes para ir a rumbear a Provenza y volver a ver lo mismo; visitará los barrios populares, buscando que pase el de la moto con las colas; o, irá a comer salchipapas y chismosear de la prima que ahora es webcam. Cuando será que en nuestras calles nos hablamos de verdad, con seriedad sobre lo que somos, reflexionamos sobre nuestro sistema de valores y nos atrevemos a construir otros. Cuando será que reconocemos que en Medellín tenemos una cultura de proxenetas.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/luisa-garcia/

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