“El secreto para cambiar no es hacer grandes cosas extraordinarias, es hacer de manera extraordinaria las pequeñas cosas ordinarias”

Victor Küpers

Gustavo Petro fue electo como presidente de la República el pasado 19 de junio con la votación más alta de la historia de Colombia. Algo que sin lugar duda marca un hito democrático para nuestra sociedad. Sin embargo, su contendiente Rodolfo Hernández consiguió la segunda votación más alta de la historia, superando el resultado del actual presidente Iván Duque hace 4 años. Esto es la muestra de un país dividido, con miedo, pero también con una fuerte esperanza de poder tomar un nuevo rumbo.

En términos económicos, Petro recibe un país con problemas estructurales, a pesar del buen rumbo que tomó la nación en su recuperación económica, y con grandes retos en términos de política fiscal y monetaria. Según el Ministerio de Hacienda, se prevé que el déficit fiscal en Colombia cierre el 2022 en un 6,2% del PIB. Para el nuevo gobierno, esto es un gran reto, ya que para tratar de reducir más el déficit, tendrá que realizar una reforma tributaria que aumente en gran medida el recaudo y que de alguna manera genere eficiencias en el gasto público; asunto complicado, comprendiendo las propuestas con las cuales el ahora presidente electo ganó las elecciones. El reto es ordenar la casa y cumplirle a la gente.

La inflación es otro reto importante que el nuevo gobierno debe enfrentar. En mayo, la tasa de inflación fue del 9,07% mientras la tasa meta del Banco de la República se ubicó para el 2022 en un 3%; hasta el momento estamos “rajados”.  Los alimentos, combustibles, materiales de construcción, insumos agrícolas, entre otros, son categorías que han presentado en los últimos meses unas alzas importantes, que han derivado en los índices de inflación más altos de los últimos años. El reto aquí es grande, ya que la inflación es un tema que es difícil de controlar, más aun comprendiendo que este es un fenómeno que está afectando a todo el mundo, debido a la guerra en Ucrania, las consecuencias de la pandemia, la crisis de contenedores y otros factores que hacen que la política monetaria y fiscal no sea tan eficiente. Lo anterior, exige que tanto el nuevo gobierno como el Banco de la República tengan que pensar en estrategias estructurales, en términos de tasas de interés, control de precios, manejo de divisas, control de importados y políticas de subsidios.

Otro aspecto al que hay que ponerle el ojo es a la deuda bruta, que se ubicó en marzo en 55,2% del PIB. Esto significa, que por cada $100 pesos que se producen en Colombia, la Nación debe $55. Las repercusiones de esta alta deuda se derivan en que el gobierno tenga menos dinero para hacer inversión social y se aumente el riesgo país, que repercute en mayores intereses en los préstamos, lo que conlleva a que el gobierno, cuando tenga que buscar dinero ante instituciones financieras internacionales, le sea más costoso hacerlo. Esto, sumado a la incertidumbre que genera Petro y sus políticas, representará un gran reto que se deberá afrontar con vehemencia en los próximos años, no solo para recuperar el rumbo fiscal y económico, sino también para generar certidumbre y, en consecuencia, confianza en los inversionistas.

En términos sociales, el nuevo gobierno se enfrentará a un país dividido, que espera mejores condiciones de vida para los pueblos históricamente olvidados. Petro tiene la responsabilidad de cumplir y demostrar que sus ideas sí representan un cambio real en las estructuras de poder del país y en la disminución de la desigualdad. Sin embargo, varios de los militantes del Pacto Histórico, opositores y ciudadanos, han presentado algunas críticas respecto a las personas que acompañarán a Petro en el gobierno. Un ejemplo de ello es el nombramiento de Roy Barreras como presidente del senado, una persona que representa la política tradicional y clientelista. Del mismo modo, su relación con personas como Armando Benedetti, Piedad Córdoba, Julián Bedoya, Alex Flórez, Daniel Quintero, entre muchas otras, levantan fuertes dudas respecto a ese “cambio” que Petro prometió. Por ahí dicen “Dime con quien andas y te diré quién eres”

Por otro lado, un mensaje que debe dar este gobierno es el de UNIDAD. Un primer paso importante que dio Petro fue la invitación al expresidente Álvaro Uribe a tener una conversación que represente un nuevo inicio entre la relación Gobierno y oposición. De igual manera, la reunión que sostuvo el 28 de junio con Rodolfo Hernández y las adhesiones que ha tenido de partidos como el Liberal y la U, representan mensajes claros de unidad y perdón. No obstante, El reto será no cometer los mismos errores que gobiernos pasados, utilizando la “mermelada” como instrumento político.

Las periferias fueron protagonistas en la elección de Petro, allí hay una deuda histórica que debe ser saldada por este gobierno. El centralismo de Colombia ha promovido una desigualdad sin precedentes, que ha fomentado la formación de guerrillas, el crecimiento del narcotráfico y la pérdida de confianza en la institucionalidad. El desarrollo integral debe llegar allí, a través de la educación, las reformas agrarias, la justica, la paz y la reconciliación. Las comunidades están agotadas de las promesas incumplidas por años. La responsabilidad del nuevo gobierno es enorme ya que, si incumple, lastimosamente se podría generar otra ola de violencia, muerte y persecución.

Finalmente, no queda más que desearle éxito en su gestión al nuevo gobierno, que sea la oportunidad para actuar con consciencia, coherencia y empatía. Que sea un gobierno que logre recuperar la confianza del pueblo colombiano. 11.281.013 personas dieron su voto por un proyecto que dice ser distinto, es una oportunidad para que nuestra sociedad tome un nuevo rumbo que genere un bienestar colectivo. Ahora, cabe aclarar que la responsabilidad de esto no es solo del gobierno, cada uno de los colombianos con nuestras actuaciones, nuestro trabajo y nuestro amor por la Patria, deberá construir país, haciendo el cambio cimentados en el respeto, la audacia y la responsabilidad.