Reflexiones del 8 de Marzo y el movimiento feminista

Reflexiones del 8 de Marzo y el movimiento feminista

Hace siete años asisto sin falta a la marcha del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, en la ciudad de Medellín. Este año no fue distinto, y marché acompañada de mi madre, mi hermana, mis amigas y mi novia, en un bloque de mujeres abolicionistas que luchamos contra la explotación sexual y la trata de personas.

Sin embargo, a diferencia de otros años, esta movilización me dejó un sinsabor. Cuando llegué a casa y vi las marchas a nivel nacional, me di cuenta de que lo ocurrido aquí no fue un hecho aislado, sino que responde a una dinámica en la que tristemente ha caído el feminismo contemporáneo, un marasmo del que será muy difícil salir si no se interpela a la autocrítica y a la reflexión.

Parece un guion repetitivamente aburrido: consignas vacías, sin fondo ni propósito, que abrazan todas y cada una de las causas existentes. El debate interminable sobre la acción directa, los medios de comunicación cubriendo con las mismas cuatro palabras: «paredes», «vandalismo», «monumento», «lamentable», y los mismos mensajes pintados que parecieran tener sentido solo para nosotras.

¿A qué se debe tanto enfrascamiento? Yo creo que, desde que el aborto fue despenalizado en Colombia, el movimiento de mujeres se ha dispersado hacia temas que poco o nada tienen que ver con nosotras. No hay un norte claro, más allá del que pinta un progresismo neoliberal que tiñe de colores las atrocidades más terribles que aún padecemos las mujeres.

¿Es el feminismo la única forma de significar y entender el mundo como mujeres?

 No. Nuestra existencia es, lógicamente, anterior al movimiento, y en ese sentido, los saberes y la experiencia misma de ser mujeres en este mundo. He visto con vergüenza una hostilidad hacia las mujeres religiosas, las ancianas, las sindicalistas o aquellas que simplemente no se identifican como feministas; arengas y carteles con consignas completamente desafortunadas. De eso solo me ha nacido una pregunta: ¿cómo es posible que algunas se identifiquen más con hombres disfrazados de aliados que con mujeres que piensan distinto? Si ese es el feminismo hoy, lo prefiero lejos, pues cercena la capacidad de dialogar y aprender de otras, y de reconocer la autoridad que habita en cada mujer y en nuestras antepasadas. Aún en este escenario, nos preguntamos por qué personajes como Milei y Trump llegan al poder, y creo que la respuesta es bastante obvia: si analizamos los resultados de quienes han intentado infructuosamente situar la experiencia universal de las mujeres desde una mirada individual e identitaria.

Creo todavía en el movimiento de mujeres y en la lucha por nuestra libertad, autonomía y ejercicio pleno de derechos. Por eso, me movilizo cada 8 de marzo y cada día de mi vida como lideresa y activista social. Sin embargo, abrazo la contradicción y no le temo, pues solo haciéndonos preguntas y realizando una exploración consciente podremos encontrar mejores caminos y nuevas formas de hacer las cosas.

Por lo pronto, seguiremos en las calles y en cada rincón de Medellín, hasta que el cuerpo aguante y esta ciudad esté a la altura de nuestros sueños.

Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/sara-jaramillo/

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