Hace unos años atrás, Medellín se había posicionado como la ciudad emprendedora de Colombia. El ecosistema emprendedor era envidiado en otras ciudades del país e, incluso, de latinoamérica. Se afirmaba que Medellín era el “Silicon Valley de Latinoamérica”, con lo que yo no estaba de acuerdo, pero este mensaje hizo de la ciudad un epicentro del emprendimiento.

Las instituciones como Ruta N jugaban un papel trascendental en el ecosistema. Desde su espacio físico invitaba y antojaba a que todos quisiéramos emprender y nos quisiéramos instalar dentro allí; veíamos con ilusión la entrada de diferentes empresas internacionales a la ciudad.

Los últimos cuatro años, todo este posicionamiento se vino abajo. Al momento de la elección del ex alcalde Daniel Quintero, muchos emprendedores veían con muy buenos ojos su llegada a liderar la ciudad toda vez que, en teoría, era una persona cercana a una de las instituciones más fuertes en materia de emprendimiento en el país: Innpulsa. Sin embargo, con el pasar de los días toda esa ilusión y todo lo que se había logrado desde lo público en materia de emprendimiento con otros mandatarios se empezó a fragmentar.

Ruta N desapareció del mapa. La institución que era un ícono y referente para todos los emprendedores pasó a ser un cero a la izquierda. Eventos importantes de emprendimiento como StartCo dejaron de estar en la ciudad y se fueron a otras que, como Bogotá y Barranquilla, empezaron a darle prioridad al emprendimiento, emulando lo que era Medellín años atrás. Ya ningún emprendedor quería acercarse a lo público, no había confianza y lo peor, no había admiración. Cuando la confianza y la admiración se pierden, es difícil la recuperación.

Si bien el panorama del emprendimiento en la ciudad estos últimos cuatro años no ha sido alentador desde lo público, sí fue importante, porque instó a todos los emprendedores y a los empresarios a unirse con mucha más fuerza. Honestamente, hace cuatro años no veía a los emprendedores tan metidos en temas políticos, queriendo participar activamente, queriendo ser escuchados. Esto, posiblemente porque la confianza y la admiración estaba tan cimentada que considerábamos que no era necesario. Grave error.

Los emprendedores nos unimos y empezamos a trabajar juntos, sin depender de lo público. Como se suele decir en el ecosistema “fuimos resilientes” y seguimos trabajando duro por nuestros emprendimientos, y nos dimos cuenta de que la ciudad, desde lo público, no se podía descuidar. Los resultados de los últimos dos años lo muestran: participación activa en las elecciones presidenciales y regionales y, particularmente, participación activa en discutir temas como la reforma laboral o la reforma tributaria; algunos ejemplos que evidencian el despertar de los emprendedores frente a lo público, como lo hacían antes los grandes empresarios de la ciudad que participaban en el concejo de la ciudad.

Ahora, con esta fuerza colectiva del ecosistema, el alcalde electo Fico tiene la misión de reconquistar a los emprendedores. Tiene la misión de volcar nuevamente a los emprendedores de la ciudad hacia lo público, a reconstruir las cenizas de Ruta N y volver a poner a Medellín nuevamente en el epicentro del emprendimiento en latinoamérica, con un elemento a favor y es que los emprendedores nos dimos cuenta de la importancia de lo público, así que esa reconquista puede hacer de ésta una relación mucho más estrecha y duradera.

Ojalá que, dentro de esa reconquista, el trabajo por la salud mental en general de todos los ciudadanos y, particularmente de todos los emprendedores, haga parte de la agenda de la ciudad que se viene para el 2024 y los años venideros.

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