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Probablemente el nombre Mike Lazaridis no le suene para nada, pero es probable que usted haya tenido en sus manos o conozca su invento más popular: el BlackBerry. Lazaridis siempre fue algo así como un genio; la clásica historia del niño dotado con habilidades más allá de lo humanamente convencional, que reparaba televisores con facilidad en sus ratos libres.
Vamos a su invento. El BlackBerry fue un dispositivo que cambió radicalmente y para siempre la forma en la que los seres humanos nos comunicamos. Fue una revolución. Para el año 2009, la participación de mercado del BlackBerry en Estados Unidos punteaba el 50%, es decir, casi la mitad del país usaba sus dispositivos. Lo mismo ocurría en muchos países. Todos preguntábamos por “El PIN” para poder conversar. Menos de cinco años después, en 2013, la participación del BlackBerry rozaba el 0%.
Mike inicio la revolución de los smartphones y pereció en ella misma. Una de las razones que lo llevaron a la obsolescencia fue el hecho de no re-pensar, de aferrarse a sus opiniones y convertirlas en dogmas. Como personas, nos sentimos orgullosos de nuestros conocimientos, de las habilidades para razonar, en fin, de nuestra inteligencia. Por eso valoramos tanto la experiencia y somos férreos en nuestras opiniones. Después de todo, si uno logra revolucionar un mercado y crece una compañía al ritmo que lo hizo Lazaridis en su momento ¿por qué pensaría que debe re-pensar? Los seres humanos tendemos a valorar más el sentir que estamos en lo cierto que el hecho de estar en lo cierto.
En una sociedad que ridiculiza el error, todos luchan por tener la razón. Aún nos cuesta entender que en un mundo que cambia de forma dinámica, las opiniones no pueden ser estáticas. Tener opiniones inamovibles es como si uno prefiriera seguir conduciendo un vehículo impulsado por carbón en la era de los autos eléctricos. Infortunadamente, aún nos enfrentamos a conversaciones, debates y argumentaciones donde la contraparte quiere tener la razón, su razón, así esté equivocada. Las personas que no comprenden las cualidades de re-pensar o tener opiniones provisionales, son las que eligen no revisar sus respuestas en un examen porque piensan que, cambiándolas, quedarán incorrectas, cuando la evidencia muestra que sucede todo lo contrario: cambiar una respuesta tiene más probabilidades de pasar de errónea a correcta, que de correcta a errónea. Son personas que viven bajo la falacia del primer instinto.
Una de las características de los grandes líderes es la curiosidad. Tienen más preguntas que respuestas, les gusta entender en profundidad sobre distintos temas, quieren escuchar diversas posturas para enriquecer su visión. Quien es flexible con sus posiciones, evita que las ideas se le conviertan en ideologías. Por el contrario, una de las señales claras de malos líderes es que siempre tienen respuestas para todo, están anclados a sus opiniones (por más arcaicas y erróneas que puedan ser), son inflexibles frente a aquello con lo que no están de acuerdo…en fin, prefieren seguir creyendo que Plutón es un planeta.
Re-pensar libera, nos da provisionalidad y nos invita a entender el error como una condición positiva, garantista del éxito. Quien se cierra en sus convicciones es prisionero de sí mismo y entra en un ciclo donde, por medio de sus sesgos, valida y hasta se enorgullece de sus posturas, y suele atacar a quien no se alinea con su opinión. Con la confianza propia de la ignorancia que da anclarse a posiciones únicas, les dice a los demás “Permíteme interrumpir tu experticia con mi confianza”.
Si bien el BlackBerry nació producto de re-pensar las comunicaciones por dispositivos móviles, Lazaridis fue víctima de la inflexibilidad de su idea. Mientras un teléfono llamado Iphone comenzaba a ganar terreno, su postura solo se cerró más, llegando a comentarle a su equipo que las personas no querían tener un computador dentro de un teléfono, sino que este debería servir únicamente para enviar correos, mensajes y para llamar, como el BlackBerry. Apple le dio una lección que es posible jamás olvide: “Think different”. Dicho de otra forma: Re-pensar.
Si queremos avanzar, desde cualquier ámbito de la vida, es esencial entender que nuestra verdad puede no ser la verdad, de ahí la necesidad de abrirnos al cambio de posturas. Finalmente, como lo dijo alguna vez George Bernard Shaw, “el progreso es imposible sin que las cosas cambien, y quienes no pueden cambiar sus mentes no pueden cambiar nada”.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/andres-jimenez/