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No son tiempos fáciles los que vivís. La desconfianza, la ilegalidad y la irresponsabilidad te gobiernan. Los líderes de un grupo corrupto te pisotean y se ríen mientras te dejan sin recursos para atender las necesidades más apremiantes de tus habitantes más necesitados.
Te siento triste y un tanto temerosa por el futuro. La alegría y la voluntad con la que se te conocía alrededor del mundo luego de haber transitado por un camino de terror hacia uno de esperanza, se ve diluida. Tus hijos más responsables saben que falta mucho por construir, pero están convencidos de que la fuerza de la inteligencia colectiva, el amor por este valle de primavera y la inspiración que les dan las montañas que los rodean, son la base para avanzar en un camino más iluminado. Escuchalos atentamente.
Acordate de que tus barrios palpitan y están llenos de gente buena que no le hace daño a nadie; personas que se despiertan todos los días a trabajar duro para llevar algo de comer a su casa, pagar el colegio de sus hijos y tomarse una cerveza con el vecino. Son seres humanos que se pueden mirar a los ojos y estrecharse en un abrazo sincero porque su honestidad y su coraje te construyen día a día. Cuando se dice la famosa frase esa de que “los buenos somos más” siempre he pensado que están hablando de la gente que te habita y te quiere.
Ponele atención a los pelaos. Andan contando nuevas historias de vos que ni vos misma te imaginás. Te aman y te odian, en una especie de tensión que se decanta por lo primero porque el corazón y la razón convergen ahí. Tus jóvenes, hombres y mujeres, te están empujando a otros destinos, hermosos y pacíficos como todo lo que imaginan, en los que sus capacidades artísticas, económicas, deportivas, culturales y políticas te hacen más libre. Hay en ellos una fuerza latente que no estás mirando bien porque estás concentrada en lo malo mientras sucede esta magia transformadora en tus comunas.
Medellín, tenés que levantar la cabeza. Sos más valiente que lo que recordás, más inteligente que lo que te sentís, y más hermosa que como te ves. Dejá de creer que este punto en el que estás en un punto de llegada, porque es tan sólo uno de partida; uno en el que no podés dejar a nadie atrás, para que el camino que empieza sea construido por todos los que, desde diferentes visiones, anhelos y acciones, luchen por tu tranquilidad, el bienestar de tus habitantes y el orgullo de sentirte en la piel desde que nacen.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-yepes-naranjo/