Queremos más

Mañana, 8 de marzo, se conmemora el día de los derechos de las mujeres, algunos que hemos ido recuperando, unos que han sido garantizados, otros solo nombrados y otros que aunque sabemos que tenemos no han sido reconocidos. En fin, mañana se celebra poder ser humanas en un mundo de humanos que nos fue quitando una a una las características de la especie y que paso a paso hemos podido ir recogiendo, desencarcelando.

Es un día si se quiere insólito, no deberíamos marchar por aquello sobre lo cual es absurda la discusión, pero como las cosas son como son y no como deberían ser, por eso mañana hay una ola violeta y verde en todos los rincones del mundo celebrando y exigiendo, ambas al mismo tiempo, porque engrandecemos las luchas de las que lograron conquistar derechos, pero queremos más, mucho más y cada vez hay mas feministas dispuestas a reclamarlo.

Para resumir algunos temas que celebramos:

Cuando nos quitaron la posibilidad de conocer, conquistamos la educación, cuando nos silenciaron la voz, conquistamos la participación electoral, cuando nos negaron la libertad de elegir pareja, conquistamos el divorcio, cuando nos quitaron la posibilidad de salir del hogar, conquistamos el trabajo, como nos usaron para sus fantasías sexuales, conquistamos la penalización de sus abusos, ya que nos dejaron solas criando sus hijes, conquistamos la responsabilidad por alimentos, porque nos responsabilizaron del cuidado exclusivo, conquistamos las licencias de paternidad, sabiendo que nos han acosado laboralmente, conquistamos el estigma social a los abusadores y porque nos robaron la posibilidad de sentir placer, conquistamos la prohibición de la mutilación genital. Hay más y falta más.

Detrás de cada conquista hay llanto, movilización colectiva, risas cómplices, marchas, pañoletas verdes y lentes violetas, cánticos y arengas llenas de esperanza. Increíblemente aun hay esperanza.

Porque aun cuando hemos vivido la vida sin algunos de esos derechos , aun cuando muchas murieron sin conocerlos, aun así, volvemos a las calles volviendo a creer, con la fe herida, desfalleciendo, pero sin que muera. No verán mañana mujeres cansadas como un ejercito agonizante, verán la alegría del encuentro, la risa en medio de la injusticia.

Mas de 170 años repitiendo, fortaleciendo las razones, tratando de demostrar lo que no deberíamos haber perdido, volviendo a empezar, explicando como si fuera la primera vez a todos los que preguntan. Y nosotras, nuevamente, contamos generosamente todo desde el inicio.  Recorremos la historia, nombramos a todas las feministas que logremos recordar, usamos nuestros símbolos cuando no son suficientes los significados. Y a veces, para ejemplificar abrimos nuestra intimidad y narramos nuestras historias para que en primera persona quede claro que lo personal si es político.

Exponemos nuestras vaginas, nuestros corazones rotos, nuestras cicatrices por maltratos; si es necesario le abrimos la puerta al dolor para demostrar que si es cierto que nos han oprimido como mujeres y que insólitamente nos toca justificar nuestra existencia.

Esto no lo hacemos porque disfrutemos el drama, ni porque necesitemos hacer nuestra vida publica, lo hacemos porque ya sabemos con la experiencia que lo que hacemos por una lo hacemos por todas y que esta causa pasa por la piel.

Este 8M en Colombia estrena un derecho, la posibilidad de ser mas libres, de por fin tener derecho sobre lo que es nuestro, tal vez lo único: nuestro cuerpo. La despenalización del aborto tiene ese grado de relevancia.

Como siempre para abrir conversaciones mas grandes ponemos nuestro cuerpo a disposición, porque cuando este derecho se garantiza nacen las preguntas que deberían haber aparecido antes: esas por el cuidado, ¿de quien depende?, ¿cómo se redistribuye?, sobre la violencia ginecobstetrica, sobre las vidas dignas, sobre las maternidades deseadas, sobre los hijos del Estado, los niños y niñas que viven institucionalizados, sobre lo irracional de que duela mas un aborto que la vida de un soldado que muere en guerras absurdas, sobre el abuso sexual, sobre el hambre y nuevamente la pregunta por la libertad de credo y por el privilegio dominante.

Con este derecho nos ha pasado lo mismo que con todos, se nos pide celebrarlo pasito porque “calladitas nos vemos mas bonitas”, se nos trata de silenciar nuevamente para no incomodar.

Pero, como siempre, nosotras sacamos nuestra voz, cantamos, lloramos de alegría y nuevamente volvemos a explicar, cumpliendo la extraña tarea que se nos encargó en este momento histórico, pedagogizar sobre los derechos que todos deberíamos conocer. Ser profes de humanidad porque cada quien no se hace responsable de su propia deconstrucción y aprendizaje.

Mañana es un día para la humanidad completa, porque el feminismo no discrimina. En nuestro mundo caben los hombres y las mujeres, los niños y niñas, los jóvenes, los adultos, los católicos y los ateos, los blancos y los negros, los indígenas y los gitanos, los homosexuales, no binarios, los políticos y los emprendedores. En nuestro cabeza cabe el territorio grande, el mundo amplio y por eso abrimos camino para todos y todas. La causa feminista es la puerta de las demás causas.

El feminismo es la causa de la humanidad y que su ultima victoria sea la despenalización del aborto, deja mas claro que también de nuestros cuerpos depende la humanidad y que será una digna, deseada y protegida, o no será.

También es un llamado a que mientras arde el mundo en una guerra donde mueren cientos de civiles por asuntos masculinos, mientras asesinan a lideres sociales y se acaba con especies animales o se contamina el agua que es nuestra fuente vital; hagamos lo que el feminismo: recuperar la esperanza y ponerla en la calle. Nos quedará siempre nuestra voz, que solo será escuchada de manera colectiva.

Es la invitación a votar en estas y todas las elecciones, para que ninguna de nuestras causas se quede sin representación y a entender que el voto es más que un ejercicio cívico, es un asunto vital que incluso algunas antes, murieron para que nosotras lo podamos ejercer y decir con contundencia: QUEREMOS MÁS.

Que el 8M se haga sentir el 13 de marzo.

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