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En Colombia, una de las principales preocupaciones de la gente es la inseguridad. Así lo demuestra una encuesta reciente de Colombia Opina en la que el 84,2% de las personas que hicieron parte de la muestra contestó que ese asunto está empeorando en el país.
El dato podría basarse en un hecho tangible: en el gobierno de Gustavo Petro, el Estado está perdiendo control territorial. Según fuentes de inteligencia, los tres principales grupos delincuenciales aumentaron su presencia en muchos municipios: el ELN pasó de estar en 189 a hacerlo en 231; las disidencias pasaron de tener presencia en 230 a 299; y el Clan del Golfo ¡pasó de estar en 253 a 392!
La seguridad no ha sido un tema central en el gobierno del cambio. El ministro de Defensa ha estado ausente públicamente cuando hay crisis, y el presidente Petro, con su conocido irrespeto y desplante a la Fuerza Pública, no ha contribuido a generar confianza en las filas de cara al combate militar a la delincuencia.
Además, el embeleco de la Paz Total, que nadie sabe en qué va ni hacia dónde, ha generado un problema adicional: la legitimación como actor político de cuanto grupito de bandidos hay en el país; grupos que, además, mientras “negocian”, siguen secuestrando, asesinando, reclutando, extorsionando, violando, traficando droga, desapareciendo gente, entre otros actos delictivos.
Hay procesos de diálogo con las bandas criminales de Medellín, Buenaventura y Quibdó; negociación con el ELN y el EMC; y fase exploratoria con el Clan del golfo y las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada. Siete frentes que son imposibles de atender y que le están dando tiempo y poder a los criminales para reorganizarse y enriquecerse mientras el presidente juega a líder mundial, chapa que se puso solo y a la que nadie le cree.
Sería bueno que el presidente Petro se diera cuenta de que Colombia tiene miedo y está atada de manos por el accionar criminal; las regiones más lejanas al centro no son libres ni seguras por culpa de éste y viven al vaivén de la imposición de las armas. Él, que se eligió con un discurso que hacía énfasis en la paz territorial, le está dando la espalda a sus mismas ideas, dejando sólo a gran parte del país y condenándolo a que los grupos armados hagan lo que quieran con las personas.
Es hora de que el tema de la seguridad esté en el centro de la agenda y que los políticos que hacen carrera para el 26 empiecen a hablar de éste y a proponer acciones claras para enfrentar la violencia.
Creo que va siendo hora de considerar romper las negociaciones con los grupos que no mostraron voluntad y combatirlos militarmente dentro del marco de la legalidad.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-yepes-naranjo/