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Pro, de profesor, de progresar

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Profesor no es solo aquella persona que recita y enseña delante de otros, como su prefijo pro indica. Tampoco están únicamente en escuelas o universidades. Algunos no tienen títulos ni diplomas; de hecho, existen profesores que no son expertos en nada. Los verdaderos profesores a veces están en casa, en el grupo de amigos, en la oficina o fuera de este mundo. Los profesores a veces se quedan para siempre, o a veces son fugaces. Algunos nos hacen sonreír y otros nos hacen llorar, pero todos nos hacen progresar, raíz pro del latín que significa “hacia adelante”.

Es fácil mirar hacia atrás y reconocer a esas personas que nos han ayudado a avanzar en diversos aspectos de nuestra vida. Es fácil recordar un jefe odiado, o también un jefe amado. Es fácil recordar amigos que estuvieron por unos días y que ahora ya no existen. Es fácil mirar para atrás y sentir gratitud al ver las situaciones y personas que hemos superado: equipos de trabajo, compañeros de clase, exparejas, colegas de viajes, amigos de infancia y hasta familiares que estuvieron por alguna época y que ahora ni el saludo. Algunos otros profesores, como los papás y los hijos, se quedan para siempre, retándonos, poniéndonos a prueba constantemente y a veces sacando lo peor de nosotros; estos que se parecen a nosotros sí que nos hacen progresar.

Pero mirando hacia adelante la cosa es más complicada. ¿Cuáles son los profesores que quiero para mi vida? ¿Quiénes son las personas que me inspiran, admiro y quiero que me rodeen? ¿A quién quiero convertir en profesor de mi existencia para ayudarme a progresar? Ya sabemos que la familia estará ahí, pero mi equipo de progreso debe ser más amplio, diverso, especializado y exigente; un equipo profesional, del latín pro, con habilidades, competencias y conocimiento profundo.

Para este reto, Shane Parrish nos sugiere la conformación de “una junta directiva personal”. Así como las mejores compañías convocan a los mejores profesionales a conformar su junta directiva para tomar mejores decisiones y avanzar, nosotros, como dueños de la empresa más importante que tenemos, que es nuestra propia vida, deberíamos elegir con mucho cuidado a los miembros de nuestra junta directiva personal. Podríamos elegir a personas que admiremos por sus estándares éticos, por su disciplina o sus conocimientos financieros; también personas que admiremos por su espiritualidad o conocimiento complejo en un campo técnico, por sus virtudes o sus logros personales. La junta directiva personal también puede estar conformada por personas que ya no existan; sus libros o biografías nos ayudarán a pensar y a decidir como si estuvieran a nuestro lado.

Los profesores que nos rodean nos determinan. Con el tiempo, vamos adoptando los estándares de esas personas; si sus estándares son mediocres, así serán nuestros resultados. Al contrario, si los estándares de mis profesores son inspiradores, elevados y exigentes, así serán mis hábitos, y como son mis hábitos, son mis resultados.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juanes-restrepo-castro/

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