Vivimos un momento de la humanidad repleto de privilegios y beneficios de todo tipo. Podría atreverme a decir que es la mejor época para estar vivos. Y con esto no quiero negar la cantidad y el tamaño de los problemas que todavía enfrentamos. En efecto también hay otras problemáticas propias de estos tiempos que nunca habíamos enfrentado y que representan retos gigantes.

Pero creo que sí es claro el hecho de que las posibilidades actuales en cuanto a avances tecnológicos, conocimiento, paz mundial, derechos humanos y libertad, entre muchas otras cosas, son mucho mayores de lo que han sido para cualquier otro momento de la historia.

Cada día me sorprendo más de las posibilidades que hay en el mundo de ahora y de lo afortunados que somos de poder existir, de las muchas razones para estar agradecidos y del hecho de que cada uno pueda ser la mejor versión de sí mismo, a raíz de sus propias decisiones y de lo que es importante y valioso.

Esa es una cara de la moneda. La más bonita. La que todos queremos apreciar y de la que no nos queremos perder nada.

Pero al otro lado está el contrapeso. Lo único que permite que la vida como la conocemos se mantenga y que el mundo pueda ser viable para los próximos años. La otra cara de la moneda es la responsabilidad que tiene cada uno de asumir su papel y actuar en consecuencia.

Al habernos llenado tanto con los privilegios con los que gozamos ahora, muchos se escudan bajo burbujas de comodidad, indiferencia y egoísmo. Y la ironía viene de la ilusión de creernos con más poder, pero justo es lo que hemos perdido, o lo que nos hemos dejado quitar. Creemos con firmeza en la facilidad con la que es posible conseguir casi cualquier cosa.

Una de las peores consecuencias de todo esto es la crisis ambiental que nos tiene al borde del colapso planetario; cegados bajo una idea de progreso infinito.

El mundo de ahora es maravilloso, sí. Pero si no comprendemos la gravedad que tienen nuestras acciones y modos de vida actuales y no nos cuestionamos sobre sus impactos, la dicha no nos va a durar mucho.

Así como es la época más avanzada y privilegiada hasta ahora, también enfrentamos el reto más grande que hemos tenido como especie en los millones de años que llevamos habitando este planeta.

¿Vamos a esperar a que se resuelva solo? ¿A que nos salven los gigantes tecnológicos?

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