Preguntas incómodas, respuestas esquivas

Preguntas incómodas, respuestas esquivas

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Es imposible resolver grandes problemas sin un buen diagnóstico. Una enfermedad delicada, una crisis económica, una problemática social, un conflicto interno, son problemas que precisan de un diagnóstico urgente y certero si se quieren solucionar. Un buen diagnóstico, sabemos, es gran parte de la solución.

A su vez, la calidad del diagnóstico depende, en primera instancia, de hacer las preguntas adecuadas, muchas veces incómodas, y no esquivar sus respuestas. En otras palabras, no venderse mentiras para evadir los problemas, por temor a enfrentarlos, porque lo único que logramos es represarlos, agravarlos y hacerlos insolubles.

Dejemos las cuestiones personales en pausa, para centrarnos en las sociales. Problemas como el narcotráfico, la delincuencia, la corrupción y la polarización, entre otros de nuestros grandes flagelos, tienden a agravarse más que a solucionarse, por eludir sus cuestiones fundamentales. Creativas y atinadas respuestas andan en búsqueda de buenas preguntas, pero si estas no llegan o las esquivamos, perpetuamos nuestros males, porque podemos cansarnos del mal, pero el mal no se cansa de nosotros.

Me permito entonces hacer unas cuantas preguntas relativas a los citados flagelos, para personas de todas las tendencias políticas, ideológicas y aun para los que se creen apolíticos, aunque sea imposible serlo.

  • ¿El narcotráfico ha sido solo la causa de muchos de nuestros males, o también es la consecuencia de algunos de ellos?
  • ¿Cree que el deseo de hacer una gran fortuna de forma fácil y rápida es el principal aliciente para meterse al narcotráfico, o hay un móvil más fuerte que ese?
  • ¿El sector privado y la “gente bien” del país ha tratado de inmunizarse frente al narcotráfico o lo ha consentido como un mal necesario porque dinamiza la economía y evita que se quiebre el país?
  • Si “delinquir no paga”, como reza algún eslogan y programa social, ¿hay o puede haber, desde lo público o privado, una oferta institucional más atractiva que delinquir, para que esos que llamamos “delincuentes” dejen de serlo?
  • ¿Por qué personas de la élite económica, política y cultura del país, como los Nule, los Moreno o Fernando Botero Zea terminaron también delinquiendo si “no lo necesitaban”?
  • ¿Qué responsabilidad tienen los grandes empresarios del país en estas problemáticas, o solo han sido víctimas de las mismas y de quienes las generan?
  • ¿Es posible la corrupción pública sin la corrupción privada?
  • ¿Es mayor la corrupción pública que la privada?
  • ¿Los que polarizan cada vez más el país son básicamente los políticos y las personas de izquierda o son los de derecha?
  • ¿Los únicos que tienen ideología son las personas de izquierda o quienes simpatizan con ellos y sus ideas?
  • ¿Cree que la popularidad y aceptación que tuvo Álvaro Uribe y la que aún conserva ha sido únicamente porque este es un país de derechas?
  • Si se considera una persona de izquierda, ¿le reconoce aciertos o virtudes a Álvaro Uribe como persona y como político, y a sus gobiernos?
  • ¿Considera que Gustavo Petro salió elegido presidente porque se “robó” las elecciones o porque “los jóvenes de ahora no piensan” o porque hay una conspiración internacional para entregarle Colombia al comunismo?
  • Si se considera una persona de derecha, ¿le reconoce aciertos o virtudes a Gustavo Petro como persona y como político, y lo que lleva de su gobierno?
  • ¿Qué hizo Daniel Quintero bueno por Medellín en su alcaldía, o no hubo nada bueno?
  • ¿Federico Gutiérrez (Fico) es un monigote de Álvaro Uribe o una versión moderna del mismo?

Por supuesto que tengo mis respuestas, algunas de las cuales las he explicitado por este y otros medios. Pero mi invitación es a los lectores para que en sus grupos familiares o sociales pongan estas y otras conversaciones afines. Si no las pueden dar sin ataques personales ni estigmatizaciones entre los que discuten, con todo respeto les digo que no tienen derecho a quejarse de ninguno de esos males, porque usted, con esa actitud, como yo, contribuimos a perpetuarlos.

Menos aún me salgan conque “de política, religión y fútbol no se discute”, porque como lo plantea No Apto, evitar tales discusiones, es la razón por la cual nos matamos por política religión y fútbol.   

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-munera/

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