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La semana pasada se habló mucho sobre las razones sociales, políticas, económicas e históricas que pueden explicar el triunfo de Donald Trump en la elección a la presidencia de Estados Unidos, que permiten encontrarle sentido a la victoria (otra vez) del nacionalismo antiderechos en el país insignia de la democracia liberal. La presidencia de Trump es una anomalía ya recurrente en el diseño institucional de las democracias liberales que pone en entredicho la organización internacional que luego de la segunda guerra mundial ha caracterizado el mundo.
Dentro de las numerosos análisis e hipótesis de la segunda elección de Trump, hay dos argumentos que a mi modo de ver son los que más iluminan. El primero lo mencionó Francis Fukuyama en un ensayo en el Financial Times. La vuelta de los republicanos a la Casa Blanca tiene que ver con lo que este politólogo denomina las dos distorsiones del liberalismo clásico: el neoliberalismo y el liberalismo woke. El excesivo énfasis de los demócratas en las políticas identitarias produjo una reducción de su preocupación por los trabajadores, quienes encontraron en el nacionalismo proteccionista y antiderechos de Trump una salida electoral a sus preocupaciones. Y no sólo ocurrió en Estados Unidos, también en Francia con Marine Le Pen y en Italia con Giorgia Meloni
En esto coincide el senador demócrata Bernie Sanders quien declaró: “no debería sorprendernos que un Partido Demócrata que ha abandonado a la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora lo ha abandonado a él”. Si bien el senador no menciona una influencia significativa del liberalismo woke en este asunto, si comparte la opinión de que los demócratas han extraviado su agenda política de defensa de los trabajadores. Entre las cosas que menciona como un hecho que demuestra este abandono es que los salarios semanales reales de los trabajadores estadounidenses, teniendo en cuenta la inflación, son hoy en promedio más bajos que hace 50 años. Hoy los superricos viven extraordinariamente bien mientras que los jóvenes estadounidenses tienen un nivel de vida peor que el de sus padres.
Y acá es donde aparece el segundo argumento que explica la victoria de Trump. El presidente de Estados Unidos es el candidato de los superricos, del neoliberalismo, de las trickle down economics. Esto explica, entre otras cosas, el entusiasmo de Elon Musk con su campaña y su rol como amplificador de noticias falsas en su medio de comunicación. Como exponen Emmanuel Saez y Gabriel Zucman en su libro “El triunfo de la injusticia”, luego de la reforma fiscal de Trump en 2018, las 400 familias más ricas de EEUU pagaron menos impuestos que la clase trabajadora y los pobres. La presidencia de Trump es el triunfo de la injusticia y de la violencia. Es la materialización en el gobierno de una distorsión del liberalismo clásico. La responsabilidad de este hecho recae en aquellos que han abandonado a la clase trabajadora y han sido débiles en la defensa de la libertad, de la igualdad y de la justicia. Si eso no cambia, es probable que los liderazgos antiderechos sigan avanzando en el mundo.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/