Por el bien de la humanidad: que gane Kamala

Por el bien de la humanidad: que gane Kamala

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No quiero en este espacio hacer un recuento de las numerosas predicciones y encuestas que nos tienen abotagados estos días sobre el futuro político de Estados Unidos y, por propiedad transitiva, del mundo. Prefiero no entrar en ese terreno aleatorio, lleno de sesgos y de igual manera de incertidumbre. Hoy, en este habitual envío de pensamientos e inquietudes que es mi columna semanal, quiero hacer un manifiesto explícito de principios y valores en los que creo y que defiendo en una democracia. Aunque no participo de ese proceso electoral, observo como ciudadano del mundo, con preocupación, el rumbo que puede tomar la humanidad con esta trascendental elección, tal vez la más importante de cara al futuro.

Vivimos una época de locura, con peligrosas similitudes a los años 30 del siglo pasado. Los predicadores de lo cíclica que puede ser la historia tienen algo de razón. La guerra explota en diferentes lugares con proporciones y riesgos nunca contemplados, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad avanzan, y la crisis explícita de la democracia, el debilitamiento institucional, el auge de los populismos autoritarios y la creciente desconfianza de los ciudadanos en este sistema político imperfecto, pero probado, son solo algunas de las tragedias y amenazas en ciernes. Todo ello está en juego en la elección presidencial que tiene lugar mañana en Estados Unidos, pues con uno u otro candidato al frente del Estado, el rumbo del mundo puede ser sustancialmente distinto.

De un lado está Donald Trump, el sueño e ídolo de la derecha populista en el mundo. Un magnate y figura de la farándula que pasó de hacer negocios, muchos de ellos fraudulentos, y de construir una fortuna cuestionada y ampliamente auditada por la justicia, a ser una figura política controversial y, luego, presidente. Su gobierno estuvo marcado por un enfoque xenófobo y racista de la migración, lo que generó un aumento considerable de los crímenes de odio, alentados por su discurso. Se le suele celebrar su gestión de la economía, la verdad es que al final de su presidencia, dejó el mayor déficit fiscal en la historia del país, en parte atenuado por el contexto global de la pandemia, pero aumentando la deuda a niveles históricos.

Durante su gobierno, también creció el desempleo. En el ámbito internacional, debilitó la posición de Estados Unidos en el mundo: retiró al país de acuerdos como el de París sobre cambio climático, fracturó la OTAN y se acercó considerablemente, sin escrúpulos, a autócratas como Putin y Kim Jong Un. También representa una amenaza para los derechos colectivos y las libertades individuales. Es el primer expresidente condenado —no investigado, sino condenado— por más de 30 cargos en el caso del escándalo sexual con Stormy Daniels y por fraude empresarial. Sin contar las investigaciones que enfrenta por el asalto al Capitolio en enero de 2020, cuando se negó a entregar el poder tras ser derrotado por Biden en las elecciones. En pocas palabras, Trump es un delincuente peligroso cuya vuelta al poder representaría una amenaza para la humanidad.

Por otro lado, está Kamala Harris. Kamala está cerca de convertirse en la primera mujer de ascendencia india y afroamericana en llegar al despacho oval. Es cierto que carga con el lastre de ser la vicepresidenta de un gobierno cuestionado y de bajo rendimiento, el de Joe Biden. Además, la suya ha sido una campaña breve y turbulenta, pues nadie esperaba que asumiera el liderazgo del Partido Demócrata. Su candidatura se concretó ante la evidente incapacidad de Biden para enfrentar la reelección. No obstante, a pesar de estos vientos en contra, Kamala ha desarrollado una campaña liberal, con una agenda centrada en el fortalecimiento de la institucionalidad, la transformación de la política exterior estadounidense y la defensa de libertades y derechos, especialmente de mujeres y comunidades vulnerables.

Todo indica que será una elección reñida, y atreverse a dar un ganador es una apuesta temeraria. Ojalá sea la decencia y la cordura las que triunfen, imponiéndose sobre la vulgaridad y el delito. Un mundo en el que Trump alcance nuevamente un poder tan inmenso no tiene garantizada la estabilidad; por el contrario, se avecinan tiempos oscuros, de recrudecimiento de los conflictos y mayor debilitamiento democrático. Por el bien de la humanidad: que gane Kamala.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/samuel-machado/

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