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¡Pongan un Tiny Desk!

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La primera vez que escuché un Tiny Desk Concert quedé asombrado. La conexión con la música y la energía que percibí en el escenario logró ser tan cercana y especial que lo repetí en varias ocasiones ese mismo día. Fue el Tiny Desk de C. Tangana que, hasta hoy, sigo viendo para alegrar un poco un día complejo o cerrar bien un buen día. De hecho, se ha vuelto un infaltable en las reuniones con mis amigos más cercanos; siempre, en algún momento de la noche, alguien dice con entusiasmo: “¡pongan el Tiny de C. Tangana!

La escena evoca un cuadro de bodega: la mesa llena de copas de vino, pasantes, jarras y frutas. Se sale de lo común el teclado que hay encima, pero en vez de desentonar lo hace aún más especial. Rodeando la mesa, está C. Tangana rodeado de quienes parecen ser sus amigos y colaboradores más cercanos, que cantan y llevan el ritmo con sus palmas mientras el sol del atardecer ilumina la sala.

El Tiny Desk de C. Tangana no es igual a los demás; es mi preferido porque tiene su sello ibérico, desde la escena de bodegón hasta la mezcla de flamenco con ritmos de latín-pop o bachata que han caracterizado la música de “El Madrileño”. Pero también es diferente porque, normalmente, estos conciertos acústicos se hacen en un pequeño estudio que, a primera vista, es un espacio íntimo para que el artista y el espectador se sientan como en casa: un rincón acogedor con biblioteca, pósteres y cachivaches que hacen alusión a los diferentes ídolos que han pasado por allí. Esta atmósfera, por supuesto, logra que los artistas se suelten y muestren una versión más auténtica de su música y de su ser.

Además, no se permiten amplificadores de sonido o auto-tune, lo que hace que los Tiny Desk sean aún más orgánicos. Lo que empezó hace unos años como un espacio para destacar músicos de rock y folk, hoy incluye artistas de todos los géneros, al punto de convertirse en una dinámica que destaca en la cultura pop. Eso sí, hay que darle crédito a la National Public Radio (NPR), que creyó en el formato y tuvo paciencia con el proyecto hasta que se volvió viral.

Sobre todo, el hecho de impulsar músicos de diferentes géneros demuestra un compromiso importante con la música y con el arte en general; la variedad va desde Bomba Estereo hasta Mac Miller, desde Karol G hasta Coldplay, desde Sting hasta Rawayana. Como dice el refrán, pa’ los gustos los colores, y en este caso sí que aplica: hay un Tiny Desk en especial que espera a ser descubierto por cada uno de nosotros. Creo, ciertamente, que NPR ha logrado influir de manera contundente en la cultura pop, y que su labor con estos conciertos logra democratizar la experiencia de una música cercana y de calidad para todos. Empiecen por C. Tangana o no —que vuelvo y lo recomiendo— estoy seguro de que, si los lectores deciden explorar los Tiny Desk, a lo mejor se encarretan con ellos y, quién sabe, hasta algún día les escriben una columna de opinión.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-mejia/

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