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Hornos para desaparecer personas. Personas descuartizadas con cuchillos o motosierras. Tropas que masacran familias y pueblos completos. Helicópteros que disparan sin filtro. Seres humanos enterrados de los pies hasta el cuello para que sus cabezas sean devoradas por serpientes u hormigas. Minas que explotan y convierten a soldados en pedazos. Leer esto agobia. Desgasta. Muchos deciden leer otra cosa. Mirar para otro lado ante el horror y la dificultad de las palabras. Colombia necesita que miren. Que conozcan lo que pasó. Que se sepa la verdad. Por las víctimas, por el territorio y para que no se repita. ¿Cómo hacer que miren?
Juan Manuel Echavarría, Fernando Grisalez y Noel Palacios nos ofrecen una respuesta con su obra “La Guerra Que No Hemos Visto”. En esta, nos muestran que en un mundo donde existen los misiles también existen los pinceles. Se trata de una obra que recoge 480 pinturas realizadas por excombatientes de las AUC, FARC, ELN y miembros del ejército nacional. Para hacerlo, realizaron una serie de talleres entre 2007 y 2009 con cada uno de estos grupos armados. Allí, sin juicios o reproches, les dieron la posibilidad de pintar sus historias en la guerra. En estas pinturas están dibujados todos los momentos de los que les hablé en el primer párrafo y más. Este ejercicio no solo es contundente por lo que representan sus obras sino por lo que nos demuestra sobre el poder del arte para narrar el horror y las limitaciones de los procedimientos judiciales.
En palabras de Martha Nussbaum, “la mente económica [asimilable a la mente jurídica o científica] es ciega: ciega a la riqueza cualitativa del mundo perceptible, a la individualidad de las personas, a sus honduras interiores, a sus esperanzas, amores y temores; ciega a lo que es vivir una vida humana y tratar de infundirle sentido humano. Ciega, ante todo, al hecho de que la vida humana es algo misterioso y extremadamente complejo, algo que exige ser abordado con facultades y recursos lingüísticos que sean adecuados para la expresión de esa complejidad”. El arte nos permite abordar la complejidad detrás de los hechos judiciales, las noticias y las redes sociales. Se convierte en un puente para acercarnos como sociedad a lo sucedido en la guerra.
Respecto a las limitaciones de los procesos judiciales, en palabras de Yolanda Sierra: “el arte permite asumir los procesos jurídicos (e históricos), que resultan demasiado técnicos y complejos, largos y extenuantes, interminables e inaccesibles, transformándolos en una pieza que puede ser fácilmente percibida, digerida y asimilada por el conglomerado en general, sin la necesidad de tener conocimientos especializados en los campos del derecho o ciencias afines, simplemente como un espectador llano”.
El arte es, por tanto, una forma de hacer justicia. Es un medio para facilitar que la sociedad escuche el porqué de los hechos victimizantes más allá de los noticieros y las redes. Estos últimos, con su exceso de palabras, terminan creando creaturas y realidades lejanas. Imposibilitan nuestra capacidad de comprender, nuestra empatía. Como diría Brodsky, “¡Ah, esa legendaria capacidad de las palabras para implicar más de lo que la realidad puede suministrar!”. El arte permite ver más que unos delincuentes implacables. Esto es valioso porque, en últimas, quienes están en la guerra son eso, personas.
Al permitirnos esta visión sobre el conflicto, el arte contribuye a la paz. Este es un caso en el que el pincel llevó a la palabra. El pincel logró que se dieran reconocimientos que los estrados judiciales no lograron. Además, las obras nos permiten acércanos a los hechos que se recogen en extensas y tediosas decisiones judiciales. Estos dibujos facilitan que nos escuchemos como sociedad. Apaguemos las hogueras y construyamos ágoras para escuchar. Necesitamos hacerlo. Al ignorar los hechos y creer que la guerra es una batalla de monstruos dificultamos el reconocimiento y la reincorporación de los responsables. Al no escuchar, las cifras de exintegrantes de las FARC asesinados seguirá aumentando (¡ya han asesinado a 401!) y, con ellos, la verdad de las víctimas y del país. Pintemos el conflicto, a ver si de esa manera es posible detenerlo.
Las 480 pinturas de “La Guerra Que No Hemos Visto” se pueden observar en: https://laguerraquenohemosvisto.com/es/.
La frase de Joseph Brodsky se encuentra en su libro “Marca de Agua”. El apartado de Martha Nussbaum se encuentra en el libro “Justicia Poética”, particularmente en el segundo capítulo denominado “La Fantasía”. Y, finalmente, el párrafo de Yolanda Sierra se encuentra en su artículo “Arte y Justicia Alternativas: Justicia restaurativa, transicional y simbólica”.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/martin-posada/