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Hace poco hablaba con un amigo sobre la desdibujada que ha tenido el presidente Petro desde que asumió el cargo. En campaña parecía tener el panorama claro y, aunque uno pudiera o no estar de acuerdo con él en sus planteamientos, trazaba una ruta a la que le daba sentido desde su perspectiva. Una vez llegó a la presidencia, esa claridad desapareció y el país se enfrenta a una voluntad sin orden, a una visión sin agenda, casi que a caprichos irrealizables. Petro está perdido.
Si algo tuvieron Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos fue una agenda clara de gobierno, incluso, de Estado. Yo no voté por ninguno de ellos; me arrepiento un poco no haberlo hecho por Santos en su reelección, sobre todo por aquello del proceso de fin del conflicto con las Farc, que apoyé con el sí en el plebiscito, pero no de no haberlo hecho por Uribe que, aunque considero que su apuesta por el combate frontal a la guerrilla era la única opción entonces, no comparto muchas posturas ideológicas con él. Sin embargo, ambos políticos sabían para qué llegaron a la presidencia y actuaron en consecuencia.
Petro me pareció siempre un congresista serio. En la memoria del país están los debates sobre paramilitarismo que lideró y sus luchas anticorrupción, sobre todo contra los hermanos Moreno, que lo catapultaron en el escenario público como un político valiente y claro. No admiro al Petro exguerrillero, pero respeto al desmovilizado que hizo -y hace- política en democracia. Sin embargo, con Petro presidente no hay una agenda clara de país.
Su obsesión por la coyuntura hace que su gobierno vaya de escándalo en escándalo, de pelea en pelea y de improvisación en improvisación. Aquí la agenda no la ponen ni Petro ni sus ministros, y mucho menos sus planes o visiones. La agenda la ponen otros actores, muy diversos entre sí, que tienen intereses privados que descarrilan el rumbo político y social de Colombia a su antojo.
En este primer año de gobierno, el presidente, atrincherado en Twitter, ha visto cómo el ELN, Irene Vélez, Bukele, el Congreso, los medios de comunicación, la derecha marchante, los niños accidentados en la avioneta, Wilson, las contrarreformas, el dólar subiendo, el dólar bajando, Federico Gutiérrez, José Antonio Ocampo, el Muro de Berlín, Francia, Benedetti, Laura Sarabia, los médicos venezolanos, entre otros, le han marcado la agenda; y se la han marcado precisamente porque Petro les responde a todos y a todo, lo que evidencia que no tiene claro el camino que quiere para el país sino tan sólo sus tácticas para enfrentar la puntualidad de asuntos que lo golpean donde más le duele: el ego.
Con Petro, el país no va para ningún lado. Afortunadamente, dirán algunos, esos que pocas veces toca, o se demora mucho más en tocar, un gobierno malo. Sin embargo, la falta de agenda bajo el liderazgo débil y tonto del presidente es muy grave; más para un país que todavía es marcadamente pobre y violento, que necesita una guía clara, una visión concreta y un líder capaz. Hoy no tenemos nada de lo anterior.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-yepes-naranjo/