Después de una semana de tusa electoral y reflexión, escribo esta columna como una especie de catarsis, un meaculpa a la falta de conexión con la realidad colombiana. Varias lecciones del domingo pasado:

  1. La superioridad moral del centro. Los resultados electorales han evidenciado la muerte de una fuerte tendencia de la política colombiana: la consolidación de un centro político capaz de representar una tendencia moderada, serena, y de agrupar diversos temas como las libertades individuales, la libre empresa, y la seguridad. Colombia habló, la opción de un centro político poderoso es un sueño de la élite intelectual urbana, no de un país completo. Escogieron desmarcarse de la tradición usando las mismas formas de siempre: ataques entre los integrantes y unas ínfulas de superioridad moral sobre los demás candidatos. La muerte del centro terminó por confirmar que Colombia no se desmarca de la tendencia global a la polarización política y una pérdida de peso de los partidos, unida a la desconexión de los ciudadanos de las instituciones.
  • El evidente auge de la izquierda: “En 2004, solo un 11% de la ciudadanía colombiana se autodenominaba de izquierda (excluyendo el centro-izquierda). Una década y media después, esa cifra se ha multiplicado hasta el 28%.” Las consultas nos demuestran que las cifras Derecha vs Izquierda se han intercambiado desde 2018. La izquierda sacó resultados similares a los de la derecha cuando Iván Duque ganó. El debilitamiento del centro parece haber empoderado a la izquierda, generando una polarización bastante similar a la del resto de países de la región.
  • La falta de bases filosóficas de Fico: el juego de recoger los votos del uribismo sin la foto con Uribe le ha funcionado a Fico, sin embargo, el juego de recoger cuanto voto en contra de Petro haya, funciona para ganar elecciones pero no para gobernar un país. ¿Cualés son las posturas filosóficas y éticas de Federico? ¿Si es el candidato del uribismo pero apoyó el sí en el plebiscito, qué papel jugaría frente al proceso de país una vez llegue al poder? La técnica camaleónica es atractiva en candidatos, no en gobernantes. Un Presidente debería tener bases éticas y filosóficas claras para tomar decisiones difíciles.
  • Los alegres cálculos. Algo obvio pero que no todos entendieron: el voto de opinión juega un papel importante en las elecciones presidenciales. Los Peñalosistas computando mínimo un millón de votos y los Fajardistas convencidos de que iba a arrasar el centro son la evidencia de que no todos lo han entendido. Las elecciones presidenciales históricamente registran una alta votación porque hay en ellas una mayor cantidad de personas interesadas en el resultado político del evento.
  • ¿Posdemocracia? ¿La crisis política mundial sugiere que la democracia tendrá fecha de caducidad? En elecciones pasadas se daba por sentado que este sistema era el correcto e inamovible, hoy preocupa que existan dudas, que Petro niegue su existencia. El debate de la primera vuelta girará entorno a este tema, ojalá el centro sirva para ser la voz moderada y serena al respecto y lograr que no se vuelva una discusión insulsa sobre  su defensa o ataque.
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